sábado, febrero 25, 2006

Mi tía Silvana


El 21 cumplió años mi tía Silvia (parece que está muy mal visto por la sociedad decir cuántos), que es hermana de Papá. Hoy fuimos a festejarlos a la casa del abuelo Tata, que es donde ella vive.
Entre los invitados estaban mi tío Eduardo, que es otro hermano de Papi, y su esposa, la tía Silvana. Ella es muy dulce con todos los chicos. Si bien tiene dos hijos -mis primos Ornella y Mariano-, creo que se quedó con ganas de tener alguno más. Y cuando se lo sugiere al tío, él se hace el sordo. Algo para alegar en su favor: él es medio sordo.

martes, febrero 14, 2006

Los tíos Daniela y Gonzalo


Hoy también -en el que posiblemente sea el día más caluroso del año- tuvimos visitas inesperadas. Se trata de los tíos Daniela y Gonzalo, que llegaron de vacaciones desde Barcelona. No nos conocíamos, porque se encuentran radicados en España desde apenas un día antes que me dieran el alta en el Sanatorio de la Trinidad.
Ella es amiga de mi Mamá desde hace mucho tiempo y al igual que otras integrantes de su grupo (autodenominado Las Gordis, como Gisela, Carla y Valeria) decidió emigrar en busca de nuevos horizontes. Parece que les está yendo bastante bien, aunque tampoco resultaron inmunes a ese virus que suele infectar a los que parten: parece que de pronto de olvidan de escribir para contar sus vidas, lo que pone muy triste a mi Mami.

A la par


Mi Papá tiene esas cosas, que tranquilamente pueden entenderse como 2 caras: es tan capaz de ser serio, distante y tirando a secote, como ser jovial, tierno y payasín.
Cuando quiere.
Todavía no sé determinar muy bien de manera anticipada cuándo es cuando quiere.
Supongo que el tiempo y la mutua compañía nos darán la experiencia y el conocimiento necesarios para identificar los momentos adecuados.
Hasta que llegue esa etapa, mi Papi no dejará de sorprenderme; como hoy, cuando en el trabajo salió de esa cueva que huele a tabaco negro a la que llama oficina, se acercó a mí y bajó de sus 1,96 m para jugar conmigo con todo el amor del que es capaz de ofrecer.
Que es mucho.
Como muchas son nuestras semejanzas: fíjense la manera de apoyar nuestras cabezas sobre nuestros brazos.