jueves, diciembre 29, 2005

¡Feliz cumplemés! 8


Y un día cumplí 8 meses...
Han sido 30 días de mucha actividad social y algunos cambios: me bautizaron, sané de mi primera nana, festejé la Navidad y un par de cumpleaños, me metí en una pileta y con los ejercicios de kinesiología aprendí a darme vuelta solito-solito.

¡Feliz cumple, abuela Katty! [2005]


Mi abuela Katty, que es la mamá de mi Mamá, cumple años. No voy a decir cuántos, porque parece que eso no se hace, pero son un montón. Desde mi punto de vista, claro. Claro que desde mi punto de vista, todos los que conozco tienen un montón de años.
Para festejarlo, fuimos con mi Mami, la tía Marisa y mi primo Pedro (además de la homenajeada) a un restaurante. Battaglia, creo que se llama, porque parece que se come bien y barato, repitieron a cada rato.
Aunque hacía mucho calor y mi Abu anda un poco triste, igual la pasamos muy bien.
Mi abuela es re-buena conmigo. Cuando voy al trabajo con mis Papis, me cuida, me canta y muchas veces me da la papa y la mamadera; además de dormirme, por supuesto.
Ella ha tejido ropita para mí durante el invierno, me regaló la camiseta y el babero de Huracán, un montón de chiches y una pulsera de oro.
Pero lo más importante es que me quiere y yo también a ella, por eso me pongo triste si ella lo está.

sábado, diciembre 24, 2005

¡Feliz Navidad! [2005]



Realmente, mucho no me enteré acerca de la Navidad. Pero creo que la pasé bien.
Unos días antes fuimos de compras con Mamá y Papá a un lugar con muuucha gente, que a veces empuja y, generalmente, no sonríe. Compramos un montón de cosas; pero algunas no las pude ver, porque me las encondieron. No entiendo: por un lado, te dicen que va a venir Papá Noel a traer regalitos; y, por otro, todo el mundo gasta la tarjeta de crédito para lo mismo.
Y la comida... y la bebida. Cantidades industriales que la gente consume hasta saciarse y un poco más. Mis Papis tienen presente que, sobre todo, se trata de una festividad religiosa: la conmemoración del día en que nació el Niño Jesús. Pero, así y todo, no pueden evitar -o no quieren- continuar las tradiciones que se repiten de generación en generación: esto es, intercambiar obsequios, comer y beber en exceso, sobrellevar la resaca, llorar por los que ya no están y pelearse con los que quedaron.
Como mis Papis no querían que yo ande de aquí para allá, decidieron pasar la Nochebuena en casota. Vino parte de la familia de mi Mami: la abuela Katty (que anda un poco triste), la tía Marisa (sin mi primo Pedro, que la pasó con su papá en el Tigre) y mis tíos Liliana y Gustavo, con mis primas Dina y Alma. El abuelo Pichi y la tía Noemí la pasaron en la Patagonia, porque están de vacaciones.
El poco tiempo que estuve la pasé bien, porque me fui enseguida a hacer nonazo. Tuve una noche bastante tranquila, pese a que eso de las 12 me despertaron un ratito con los petardos y cohetes. Por suerte, me dormí enseguida.
La Navidad la pasamos en la casa de los abuelos Tata y Lela. Allí estaba la familia de mi Papi: los tíos Silvia y Hugo, Eduardo y Silvana, y Ricardo (sin la tía Maby, aunque está en etapa de reconciliación). También estuvieron mis primos Diego, Natalia (con los mellizos Franco y Mateo, y el recién nacido Santino), Florencia (y su novio Ariel), Ornella y Mariano. Y no debo olvidarme de Andrés (esposo de Natalia), junto a sus padres, hermana y cuñado. En síntesis, un montón de gente.
También la pasé muy bien, sobre todo porque -como hacía calor- me metí en una piletita por primera vez. ¡Y me encantó! De pronto, apareció Papá Noel por las escaleras: pobre, se debería estar muriendo de calor... Me trajo chiches y todo.
Un rato después fuimos a visitar a los tíos Ivana y Marcelo. Allí estaban también mi padrino Héctor y mis primos Federico, Agustina, Chiara y Alessio, que se metían en la pileta grande.
Por suerte, a una hora prudente partimos para casota. Ya no dábamos más de cansancio. Ansiábamos llegar a casa, prender el arbolito que habíamos armado y decirnos ¡Feliz Navidad! con un besote y todo el amor que nos tenemos, en la intimidad del hogar que disfrutamos día a día.

viernes, diciembre 23, 2005

La prima Malena


Se viene la Navidad. Ahora me entero de que es la época en que la gente se reúne con la excusa de verse antes de fin de año; pero, en realidad, la intención oculta es comer y beber como forajidos.
En esta ocasión se suma el hecho de la visita de la tía Valeria -una amiga de mi Mamá que vive en Barcelona, España- y el estreno de la nueva casa -que es enorme y espectacular- de la tía Mariela, la única del grupo original que se quedó en el país.
Valeria me regaló mucha ropa linda que ella vende y Mariela también, pero de sus hijos, que ya están grandes para seguir usándola.
Aunque lo mejor de la salida resultó la hija de Mariela, mi prima Malena, que es una nena hermosa y re-inteligente que estuvo jugando conmigo, pese a que yo tenía mucho nonazo, y me prestó sus chiches, que son un montón y mucho mejores que los míos.

jueves, diciembre 15, 2005

El primo Alessio



Anduve de parranda, sí.
La causa fue el festejo anticipado que mi padrino Héctor y su esposa, la tía Alejandra, le organizaron a su hijo, mi primo Alessio, que es ahijado de mi Papá. En realidad, Alessio cumple años el 8 de enero, razón por la que nunca puede invitar a sus amiguitos y compañeritos de jardín a su fiestita.
Al propio Héctor (que cumple el 16 de febrero) y a mi Papi (que cumple el 2 de marzo) les pasó algo parecido.
La fiesta por los 5 años de Alessio se hizo en Santos Lugares, provincia de Buenos Aires; patria chica de la Virgen de Lourdes y del escritor Ernesto Sábato. Es el segundo cumpleaños al que me invitan. El primero fue el de mi primo Pedro, el 23 de octubre, pero no publiqué nada porque mi Mamá no sacó ninguna foto. En cambio, en esta ocasión sí sacaron un montón de fotos que publico acá y a la derecha, abajo.
Como escribí en algún post anterior, Alessio es el hermano menor de Chiara, una hermosa nena que ya es grande: va a la escuela. Alessio es todo un personaje: simpático, juguetón, inteligente y, también, un poco travieso. Pero rebueno.
La fiesta estuvo muy linda. Como se hizo en un pelotero, había juegos de todo tipo; incluso una canchita de fútbol, una pista de autos y máquinas de fichines.
  • Lo más lindo: el CD de música que hizo el propio Alessio solo-solo y el disfraz que se puso al final.
  • Lo mejor: para mí, el globo que me llevé a casa; son mi perdición.

domingo, diciembre 11, 2005

Superficies de placer


11/12/05
Muchos coinciden en que la mejor manera de aprender a gatear, primero, y a caminar, después, es andar por el piso. Por suerte, en estos tiempos que corren, existen estas cosas como las que me compró mi Mamá.
Se trata de un piso de goma, formado por piezas desarmables, que se puede montar y desmontar en cualquier lado; ideal para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.
Así anduve este fin de semana, jugando y jugando con mis chiches, y aprendiendo a usar todas las capacidades que esconde mi cuerpo.
Hasta ahora, el mejor de todos mis juguetes es un globo de papel brillante que me regaló mi Papá. Lo único que tiene de malo es que el muy escurridizo se me escapa todo el tiempo y me hace transpirar más de la cuenta.
Pero también me gusta el librito de plástico que llevo a todos lados.

sábado, diciembre 03, 2005

Mi bautizo

Este es un post largo, así que si tienen cosas que hacer miren las fotos que publico más abajo o a la derecha y pasen más tarde, con más tiempo.
Mis padres siempre tuvieron la decisión de bautizarme. A partir de entonces, se les abrió un abanico de diversas opciones.
  • El lugar de la ceremonia. Primer motivo de debate. Mamá prefería la que está en Parque Chacabuco, Capital Federal; una muy grande que se ve desde la autopista y a donde iba con mi bisabuela Nona. A favor tenía que queda cerca de casa. Papá, en cambio, quería la parroquia de La Sagrada Familia, en Ciudad Jardín, Palomar, provincia de Buenos Aires; la misma donde él fue bautizado, tomó la comunión y se casó con Mami. A su favor tenía que la mayoría de los invitados son de la zona. Evidentemente, se liquidaría toda discusión cuando determinaran dónde hacer la reunión posterior.
  • Los padrinos. Partieron de la base de que, por lo menos, fueran creyentes. Del lado de mi Mamá, no había opciones. O no eran católicos ni creyentes o estaban fuera del país. Entonces todo recayó en el lado de mi Papi. Pronto las opciones quedaron circunscriptas a las familias Bucci y López. Las combinaciones eran, obviamente, dos: Alejandra-Marcelo y Héctor-Ivana. Finalmente eligieron a los dos últimos; amigos de toda la vida que, además, siguieron muy de cerca todo el proceso de mi internación.
  • El ágape. Acá la cosa se complicaba. Primero hubo que convencer a mi Papá de que la gente normal suele festejar cosas como, por ejemplo, mi bautizo. Si por él fuera, después de la ceremonia les diría a todos los invitados Muchas gracias por venir. Nos vemos otro día... O el viejo y nunca bien ponderado Taza-taza, cada uno a su casa. El departamento en que vivimos es grande, pero no para tanto. Y la cantidad de invitados, sobre todo del lado paterno, era amplia. Finalmente surgió la posibilidad de hacerlo en la casa de la tía Neneca, madre de mi tía Ivana, que vive justo enfrente de la casa de mis abuelos Lela y Tata; es decir, a pocas cuadras de la parroquia que prefería mi Papi. Esto zanjó la discusión del lugar de la ceremonia.
  • Inconvenientes. Por suerte, las tías Silvia e Ivana se encargaron de las gestiones administrativas, la torta, el pelotero para los chicos y los souvenirs, todas cosas que para mi Papi son superfluas. La tía Neneca -experta en protocolo- resolvió el tema de la decoración y la presentación, y Mamá negoció con una buena empresa de catering. El tío Héctor también ofreció sus servicios de gestión. Todo parecía encarrilado, salvo por dos pequeños detalles. El primero, mi gastroenteritis, que todavía se resistía a abandonarme; y el segundo, la brutal lluvia que se desató sobre la provincia. Esto obligó a un enérgico cambio de planes: todo lo que estaba en el parque hubo que meterlo de prepo en la casa y el pelotero terminó en el garaje. Escrito así suena fácil, pero hubo que hacerlo todo simultáneamente, mientras la gente del catering pataleaba por una cosa, el del pelotero por otra, el diluvio no amainaba, el reloj avanzaba implacable y las caras de Ivana y Mamá iban enrojeciendo de furia. Por suerte, yo me escondí con mi Papi.
  • El bautismo. Todo salió de acuerdo a lo convenido en la charla introductoria (de carácter obligatorio) a la que concurrimos los involucrados... pero con mucha, mucha más gente. Gente mojada, gente que no llegó a tiempo por los anegamientos, gente que no se ubicó ni con el planito que hicieron mis Papis, gente con cámaras fotográficas, gente con regalos que no sabían dónde poner, gente con filmadoras, gente con paraguas enormes. Gente, gente, gente por todos lados. La ceremonia fue linda, aunque caótica. Incluso la tía Ivana fue elegida para leer un párrafo del Evangelio. La mejor foto del momento cumbre creo que la sacó el tío Marcelo con la cámara del tío Héctor y es la que publico aquí.
  • El atrio. Por suerte, cuando salimos de la iglesia no sólo había dejado de llover, sino que el cielo estaba despejándose. Recibí muchos besotes de todo el mundo; en especial, de los tíos Mariela y Christian, que se tuvieron que ir enseguida porque mi prima Malena estaba que volaba de la fiebre. También me puso muy contento que haya venido el tío Rolo desde Paraná, manejando a todo lo que da por la ruta para llegar a tiempo.
  • La fiesta. Cuando volvimos a la casa de la tía Neneca, el panorama había cambiado. Al parar la lluvia y soplar el viento mientras estábamos en la ceremonia, los preparativos fueron rápidamente desandados por Neneca y todo volvió a circunscribirse al plan original; salvo por el pelotero, que -como nadie sabía desarmarlo- quedó en el garaje. Por suerte, creo que todos la pasamos muy bien. Los chicos estuvieron entretenidos como chicos, y los adultos comieron y bebieron a destajo... como bestias.
  • Los regalos. Uh... recibí de todo. Los tíos Mariela y Chistian me regalaron un crucifijo hermoso; los tíos Ivana y Marcelo, toda la ropa que tenía puesta; los tíos Héctor y Alejandra, una sillita portátil para comer; los tíos Silvia y Hugo, una pileta de natación; el tío Rolo, un conjunto de jean; los tíos Ricardo y Maby, ropa súper canchera y chiches; los tíos Eduardo y Silvana, una campera hermosa; el abuelo Pichi, un aire acondicionado para mi cuarto; la abuela Katty, una pulsera grabada; y mucha, mucha más ropa y juguetes de todos mis amigos y parientes, que seguramente me van a odiar un poco porque no los nombro.
  • El regreso. Fue tarde, la primera vez que no estoy en mi camita a una hora adecuada. Pero la madrugada valió la pena: siempre se justifica cuando uno la pasa bien y se siente querido. Es un cansancio diferente.
Para mí, el bautismo es la manera de hacer un primer acuerdo con Dios, que con los años iré ajustando y renovando de acuerdo a mis convicciones. De todos modos, yo ya me sentía bautizado. Pocos lo saben: durante mis peores días en terapia intensiva, cuando los parámetros se desplomaban y mis pulmones no ayudaban, mi Papá -a su manera y en la medida de las posibilidades- me bautizó en nombre Dios.

martes, noviembre 29, 2005

¡Feliz cumplemés! 7


Ý un día cumplí 7 meses...
Cuando ya creía que lo más complicado había quedado atrás, recomendaron que hiciera estimulación kinesiológica. En pocas palabras, son ejercicios -a la manera de juegos- para desarrollar mis capacidades motoras. Ahora estoy en la etapa de trabajar más el lado izquierdo de mi cuerpo y aprender a darme vuelta solito. Casi-casi lo consigo... Me falta un cachito.
Al margen de eso, ha sido un buen mes: nació mi primo Santino, estoy yendo al trabajo con Mamá y Papá, conocí a varios amigos de ellos y empecé a comer papillas, aunque en estos días debí volver a mi dieta de teta y biberón, pues contraje una gastroenteritis de la que más o menos estoy saliendo. Sí, ya me siento mucho mejor.
Tengo que estar preparado para todo, porque el que empieza será un mes de muchas novedades.

viernes, noviembre 25, 2005

Perdí el invicto


Pasé las mil y una en el sanatorio, zafé durante el invierno, esquivé adultos resfriados, eludí chicos con todas esas cosas que solemos tener los chicos... Venía bien. Hasta la noche en que perdí mi invicto: mi primera nana.
Me empecé a sentir mal después cenar, pero nadie se dio cuenta, porque pensamos que había comido mucho. El baño posterior tampoco me ayudó y en ese momento la cosa comenzó a complicarse.
Ya acostado, no logré dormirme, por más que Mamá desplegó todas sus habilidades. Entonces llamó a Papá, para que él probara dormirme, aunque sin éxito. Pero algo le llamó la atención: yo estaba quietito, como adormecido pero sin llorar, hecho un ovillo. Como si me doliera la panza. Efectivamente, la panzota bailaba en mi interior.
En busca de nuevas pistas, Papi me alzó y como respuesta lo saludé con un caudaloso vómito que decoró su indumentaria. No, no señor: las cosas no pintaban bien.
Vino Mami a las corridas y me tomó la temperatura. 38,5 , informó el termómetro. Por teléfono, mi pediatra diagnosticó una probable gastroenteritis -en lo que después coincidió mi tía Ivana- y recomendó bajarme la temperatura con remedios y baños. Ah, y mucho líquido. Si la fiebre no bajaba, debíamos partir rápido a la guardia. Si todo salía bien, en 10 días esto sería apenas una vieja historia.
Por suerte, la fiebre bajó y esa noche logré dormir tan poco como mi Mamá, que me hizo el aguante. En los días siguientes, la fiebre amagó subir un par de veces, pero estuvo controlada. Tampoco volví a vomitar, pero mis deposiciones conocieron mejores días. Estaba raro, pálido, demacrado, débil, fastidioso y sin ganas de nada; menos que menos de comer o jugar, como se puede ver en la foto. Eso puso muy triste a mis Papis.
La nota de color la puso mi tía Fernanda, quien nos alquila el departamento. Para ella, lo que yo tenía era un bruto empacho. Vino con una cinta métrica, me midió, bostezó y no sé cuántas cosas más. Yo la miraba sin entender nada. Cada vez que se iba aseguraba que en un par de días yo iba estar bien. Obviamente, no acertó nunca. Así fue estirando los plazos, más o menos hasta que se cumplieron los 10 días predichos por los médicos.

jueves, noviembre 24, 2005

Saborrr


Mi hambre ya no se colmaba ni con teta ni con mamaderas. Mi apetito era como un Pac-Man insaciable que siempre quería más y más y más...
Cierto día mi pediatra dio el visto bueno y el día elegido para comenzar fue hoy.
Señoras y señores, que suenen las fanfarrias: ¡ya como alimentos sólidos! Bueno, más o menos sólidos. En realidad, papillas, purecitos, dos veces por día.
Yo me enteré sobre la marcha. Veía movimientos extraños de mi Mamá, que manipulaba objetos de vivos colores y nuevos olores, los ponía a hervir y luegos los trituraba.
De pronto, cuando el hambre carcomía mis entrañas, mi Papá me sentó sobre sus piernas y me puso un pintorcito que era de mi primo Pedro, y que nos prestó la tía Marisa.
Silencio, tensión.
Mi Mami se acercó con una sonrisa y un plato medio lleno de algo de color naranja.
-Bueno, Manu, a partir de hoy vas a empezar a comer cosas más ricas -dijo ella.
-Esto es puré de zapallo -me informó mi Papi, cosa de no tomarme por sorpresa. E inmediatamente acercó una cuchara a mi boca.
Yo no sabía muy bien lo que tenía que hacer, así que no hice nada. El contenido de la cuchara rebotó contra mis labios cerrados; una parte quedó ahí, colgando, y otra mayor cayó sobre el pintorcito.
Mi Papá temió que fuera una misión imposible, pero con el segundo intento abrí la boca. Esa sustancia naranja se posó sobre mi lengua. Era extraña, tibia, agradable. No se parecía en nada a la leche de fórmula y menos que menos a la teta. Yo seguía sin saber qué hacer con eso, pero parece que mi cuerpo sí. De un momento a otro, mis mandíbulas comenzaron a moverse -como si tuviera los dientes de los que carezco- y lo propio hizo mi lengua. Así, en segundos, me encontré saboreando y tragando. Y no me atraganté, algo que atemorizaba a mis Papis.
Mm... Raro, pero delicioso.
Las cucharadas de puré de zapallo se fueron sucediendo unas tras otras. Algunas caían al piso y Psycho corría a chuparlas. Otras decoraban el delantal. La mayoría coloreaba mi boca y una parte llenaba mi panzota.
Comí casi todo y después me dieron fruta, creo que un poco de banana pisada. ¡Algo más rico todavía!
Todos estábamos contentos: ellos porque el paso dado había sido menos dificultoso de lo pensado y yo porque había descubierto una flamante fuente de placer.
Sí, un nuevo horizonte acababa de abrirse.

sábado, noviembre 19, 2005

El tío Bernie I


Después de bastante tiempo, mis Papis se reencontraron con el tío Bernardo, que vino de visita desde su Tucumán.
Son amigos desde hace varios años. Él coordina, produce, ilustra y diseña la realización de una revista que hacen mis Papis. Hasta hace un par de años venía todos los meses; pero, cuando empezó eso de los secuestros express, la empresa para la que trabaja/mos prefirió -avances de la tecnología mediante- que se siguiera haciendo sólo a la distancia.
Para mi Papá, tal decisión resultó una verdadera pena, porque a partir de entonces extrañó mucho las charlas sobre los temas más variados que solía tener con alguien tan diferente y tan parecido a él.
Pero el tío Bernie hace mucho más que ese trabajo: da clases en la universidad, estudia otra carrera terciaria, colabora con distintos medios, cría a sus hermosas hijas Ilde y Raisa, cuida a una gata llamada Circe y publica diferentes blogs en Internet: Erlich, que es el principal; La Estrella del Norte, las peripecias de Romualda; Por Dios!, la página de Él; la secuela de Tato Bores; y, el último, por ahora, El Teléfono que Mira, con fotos muy raras sacadas con un celular.
-¡Cualquier cosa con tal de no hacer la revista! -diría mi Mamá.
Lo cierto es que el tío Bernardo vino a conocerme. Comieron facturas que yo miraba pasar frente a mis ojos (mi dieta sigue con teta y biberón), charlaron mucho, naturalmente discutieron y, de pronto, el cielo se puso negro-negro. Parecía que iba a lloverse todo, pero sólo se desató una tormenta de viento. Sin embargo, lo más impresionante fue el doble arco iris que se produjo; algo que nadie, especialmente yo, había visto jamás.
En la foto se ve bastante bien a esos arco iris.
La otra fotografía es un engendro producto de un pequeño detalle: a nadie se le ocurrió sacarme una foto con Bernardo. Así que me la tuve que rebuscar con lo que tenía. Taaaaan mal no quedó...
Y la tercera imagen es un viejo regalo del tío Bernie a mis Papis, que muestra sólo una parte de su gran talento y que mi Papá guarda para cuando valga una fortuna.

sábado, noviembre 05, 2005

El hambre y las ganas de comer


Que la teta es lo más resulta casi obvio; pero, a veces, como ahora, con la teta no alcanza.
Un buen día entré en lo que mi Papá -siempre imaginativo para las calificaciones- denominó La Curva de Crecimiento: es decir, cuando de un momento a otro empiezo a comer como bestia famélica. Generalmente dura unos 10 días en los que me como todo, subo de peso, crezco y después regreso a la normalidad. Habitualmente con la teta me bastaba y sobraba...
Hasta ahora.
No sé, debo haber entrado en una Curva muuuuy pronunciada, porque de un día para otro me empecé a quedar con una sensación rara en la panzota, como unos retorcijones casi de dolor. Eso me sacaba, me ponía muy fastidioso y me la agarraba con las pobres tetas, que no tenían la culpa de mi hambre; al punto de querer morderlas, aunque no tengo dientes.
La solución de mi pediatra: el bien ponderado complemento. Que las madres modernas digan lo que quieran, pero una cosa de silicona (me refiero a la tetina del biberón) jamás podrá competir con las bondades de mi Mamá. Ni se le acerca en cualquier rubro de comparación. Y la leche... Mm... No está mal. Se deja tomar. Pero, bueno... Es lo que hay.
A mi Mami, la recomendación del médico, por un lado, la dejó más tranquila, porque solucionaba algo que la tenía preocupada; por el otro, sentía que el mundo nos estaba separando, aunque supiera que era lo mejor para mí.
Mi Papá, como con todo, tuvo sentimientos contradictorios.
  • El negativo: se veía obligado por las nuevas circunstancias (mi crecimiento, nada menos) a moverse un poco de su fiaquez habitual y asumir su nuevo rol de alimentador, como puede verse en la foto.
  • El positivo: el enorme placer de sentir el fortalecimiento de nuestro vínculo, una nueva faceta en la relación padre-hijo, y la sensación de saberse útil en mi cuidado. Eso también puede apreciarse en la imagen.

jueves, noviembre 03, 2005

Mi segundo hogar


Hoy ha sido muy especial: el regreso de mi Mamá al trabajo. Como recordarán, ella dejó de ir a la oficina desde el mismo día en que nací y se quedó conmigo en casa todo este tiempo para cuidarme, alimentarme y, especialmente, hacerme mimos. Por esas cosas de la tecnología y lo previsores que son mis Papis, pudieron seguir trabajando sin moverse del hogar.
Durante estos meses, las decisiones más importantes las siguió tomando mi Mami, aunque sea a la distancia, pero las cosas del día a día las manejó mi abuela Katty.
Mis Papis son dos personas muy trabajadoras -cada una en su estilo y especialidad- que rescataron esta mini-micro-PyME de la ruina a la que había condenado mi abuelo Pichi. Se trata de una editorial muuuy chiquitita que, poco a poco, está saliendo adelante y pagando sus deudas con la gente que confió en ellos.
Allí trabajan...

Mariano: ocupó un poco el lugar de mi Mami todos estos meses. Coordina la producción, trata con los clientes, arma y retoca fotos. Su mayor virtud: rebuscársela con todo. Sus características:
  • Trabaja
  • Habla
  • Toma mate
Mirta: es la armadora principal, aunque también diseña, coordina y hasta atiende los teléfonos, si hace falta. Su mayor virtud: su contraccción al trabajo y la perfección en el armado. Sus características:
  • Trabaja
  • Fuma unos extraños cigarrillos Virginia Slims
  • Hace café
  • Toma jugo de naranja en un vasito chiquito
  • Come unas raras galletas laaargas-laaargas
Katty: de todo un poco. Es administrativa, recepcionista, gestora y, ahora, niñera.
Su mayor virtud: la insistencia. Sus características:
  • Habla
  • Trabaja
  • Fuma unos extraños cigarrillos 43/70
  • Picotea todo el día
Mamá: 4 x 4 todo terreno. Coordina, arma, retoca fotos, diseña, negocia con los clientes y los proveedores, cuida a todo el mundo y, en especial, a mí. Su mayor virtud: el diseño, la perseverancia y su amor por el trabajo.
  • Trabaja
  • Se estresa
  • Anda de aquí para allá
  • Se queja
Papá: es redactor y corrector. Sirve de parche sólo cuando el agua llega al cuello, pero la mayor parte del tiempo está recluido en su oficina refunfuñando contra el hecho de poseer una empresa que no quería. Su mayor virtud: la velocidad y la eficacia. Sus características:
  • Pavea
  • Trabaja
  • Toma litros de café
  • Fuma
  • Lee el diario
  • Observa
Ahora este es mi nuevo mundo; además de mi casota, claro. Incluso hasta acondicionaron una oficina como habitación sólo para mí. Allí dormí la siesta en una practicuna que nos prestó la tía Marisa y tengo mis chiches.
Sí, creo que aquí todo va estar bien.

miércoles, noviembre 02, 2005

Un bajón


Eso... Lo del título. Todo mal.
Resulta que fuimos al médico: me midió, me pesó e hizo todas esas cosas que hacen los pediatras cuando uno los visita. Prescribió un par de vacunas... Hasta ahí todo bien.
De pronto, el abismo.
El doctor recomendó que empiece un tratamiento de kinesiología. ¿Para qué?, preguntarán ustedes. ¿Para qué?, pregunté yo, aunque nadie entendió más que un sugestivo Ba-ba-ba-ba...
Parece que necesito lo que ahora se llama estimulación temprana. El objetivo: emparejar la edad cronológica con la biológica; si es que entendí bien, porque estaba medio en shock cuando lo explicó. Y aquí voy otra vez (y sepan disculpar lo reiterativo del argumento): los bebés prematuros como yo tardan un tiempito más en aprender a manejar sus cuerpitos que los -digamos- comunes. Por ejemplo, si un bebé nacido a término aprende a sentarse, más o menos, a los 6 meses, uno prematuro aprenderá a los 8. Y todo así.
Yo, por mi parte, ni siquiera sé darme vuelta. No imagino lo que es sentarme solo y ya tengo 6 meses. Cuando me sientan de prepo, mi cabeza se tambalea por su cuenta como un muñeco fallado.
-No es que sea un tratamiento indispensable -aclaró mi pediatra-, pero a Manu le va a venir bien.
Claro, porque el que va tener que hacer ejercicios no serás vos, pensé, pero preferí callarme, aunque tampoco sé hablar, obvio.
Así fue que concurrimos los tres (Mamá, Papá y yo) al consultorio de Maia, una kinesióloga especializada en prematuros. La verdad, mal no la pasé. Me prestó unos chiches relindos, bastante diferentes a los que tengo en casa. Después de fijarse en mi postura y en mis movimientos, le recomendó a mis Papis una serie de ejercicios para hacer todos los días, pero recalcando que sólo debían practicarse a la manera de juegos; que no debían ser ni una carga ni una mortificación para mí.
-Si Manu no quiere, está cansado o se fastidia, no insistan -advirtió.
Ahí vamos mejor.
El primer ejercicio consiste en tratar de agarrar un juguete que esté a mi derecha con la mano izquierda. Todo esto hecho panza arriba, claro. Por lo que entendí, la idea es que mis músculos abdominales empiecen a servir para algo y que lo logre sin ayuda de mis piernas.
Así comenzó mi terapia de estimulación.
Saquemos la cuenta: nacimiento prematuro, dificultades pulmonares, dificultades digestivas, 30 días de terapia intensiva, 6 días de terapia intermedia, 5 meses de protocolo vacunatorio, 5 meses de reclusión preventiva y ahora vaya uno a saber cuánto tiempo de estimulación.
Y, sí... La vida es dura.

domingo, octubre 30, 2005

Presentación en sociedad


Después de hacer tantas visitas parcializadas durante los fines de semana, finalmente tuve la oportunidad de hacer mi presentación en sociedad durante un acontecimiento a mayor escala .
Como suele suceder con los amigos de Papá, la única excusa para reunirse suele consistir en la siempre cumplida promesa de juntarse a comer y a beber como desquiciados. Ahora todos son adultos con hijos, pero por la simple observación de sus conductas puedo adivinar que de jóvenes -evidentemente- no tenían medida en eso de comer y beber hasta desfallecer.
Especialmente mi Papi.
La reunión fue en la casa de los tíos Ivana y Marcelo; éste último un hábil asador que preparó suculentos choripanes y hamburguesas que provocaron la abundante secreción de baba por parte de los asistentes.
Esta no es la mejor foto de todas, pero sí en la que sale la mayor cantidad de invitados. Terminaba la tarde, pero no la comida: habían pasado de los embutidos y el vino tinto a las facturas y el mate sin escalas. En la imagen, no se puede ver ni a los dueños de casa ni a mi Mamá ni a los tíos Daniela y Rolo ni a mis primos Alessio, Fede y Chiara. Sin embargo, se puede apreciar, de izquierda a derecha, a: los tíos Alejandra y Héctor, mi prima Agustina, el tío Marcelito con su hijo Manu (que nació poco después que yo), las tías Neneca y Florencia (madre de Manu, aunque no se le ve la cara) y mi Papi, con gorrita.
La pasamos muy bien, aunque para mi Papá eso no sea una sorpresa: con sus amigos él siempre la pasa bien.
Esa es una bendición.

sábado, octubre 29, 2005

¡Feliz cumplemés! 6


Y un día cumplí 6 meses...
Terminado el protocolo de vacunación contra la bronquilitis, ahora mi vínculo con el Sanatorio de la Trinidad se limita a una visita mensual al pediatra.
Y eso es bueno.
Ha sido un mes movidito en cuanto a lo social, de ir de aquí para allá, conocer parientes, amigos y lugares.
Ahora tengo mi propio cuarto y duermo solito toda-toda la noche, aunque los primeros días —debo reconocer— me despertaba llorando algunas veces, pero sólo para comprobar si mis Papis están ahí.
Y, efectivamente, siempre están ahí.
Todos estos son motivos para estar feliz y estas imágenes creo que lo demuestran.

jueves, octubre 27, 2005

¡Nació mi primo Santino!


Además de ser el día en que terminó el protocolo, el de hoy será especial para siempre porque nació Santino, que viene a ser mi primo segundo, aunque muy cercano. Es el hijo de mi prima Natalia, sobrina de mi Papá, y nieto de mi tía Silvia. Por otra parte, también es sobrino nieto de mi Papi. O mi Papá es su tío abuelo.
Por suerte, finalmente todo salió bien, aunque hubo algunas complicaciones debido a ciertas decisiones tomadas por el obstetra de mi prima. Lo importante es que tanto la mamá como el bebé están bien.
El papá de Santino se llama Andrés y es muy bueno. Ya tenían 2 hijos, los mellizos Franco y Mateo, que son geniales, aunque no me dan ni 5 de bolilla, porque soy muy chiquito para ellos. Lo bueno es que con Santino nos llevamos sólo algunos meses, o sea que pronto vamos a poder jugar juntos y prestarnos los chiches.
En la foto, estoy en brazos de mi prima Natalia, mientras Santino -que es atendido por la tía Silvia- hace un súper nonazo.

El fin del protocolo


Nacer prematuro tiene sus desventajas; entre ellas, una de las más serias tiene que ver con la debilidad del sistema inmunológico y de los pulmones, en particular.
Durante el invierno, la bronquiolitis afecta a muchos nenes. Pero existe una variante sumamente peligrosa que suele producir estragos entre los chicos nacidos antes de término; tan peligrosa que, a veces, deriva en internación y en riesgo para la vida de los bebés como yo.
La única ventaja que tuve fue haber nacido en el momento justo que se instruía un programa de pruebas para hallar una vacuna confiable y cada vez más barata contra esta enfermedad, que ya es epidémica.
Los profesionales que llevaron adelante este protocolo fueron más allá de sus obligaciones e hicieron sentir a mis Papis de la mejor manera, con paciencia y con cariño. Una vez por semana llamaban a casa para estar al tanto de cada pequeño detalle de mi crecimiento o si sufría alguna nana. Y una vez al mes mis Papis me llevaban a dar la vacuna que casi nunca me hizo llorar.
En la foto, están mi Mamá junto a la Dra. De Luca, cabeza de la iniciativa. Pero también participaron la Dra. Gorenstein y una vieja conocida de terapia intensiva, la enfermera María. Ellas 3 -y el Dr. De Caro, mi pediatra- lograron que este invierno haya sido para mí una temporada sin sobresaltos.
Mil gracias y muchos besitos que todavía no sé dar. Los llevo en mi corazón.

sábado, octubre 22, 2005

Los tíos Alejandra y Héctor


De no hacer nada y estar encerrado todo el día en casa, pasé a otro fin de semana movido.
Ahora tuve la ocasión de recorrer Santos Lugares y visitar a otros amigos de Papá, los tíos Alejandra y Héctor.
Mi Papi conoce a Héctor desde hace mucho, pero muchos años en serio. ¡Casi como 30! Iban al mismo colegio secundario, aunque en diferentes años, y juntos jugaron al béisbol en el mismo club. Con Alejandra, la esposa, la relación es más reciente, aunque no por eso menos profunda.
Tienen 2 hijos que son unos verdaderos personajes y, naturalmente, son como mis primos: Chiara, la mayor, una muñequita vivaz y afectuosa; y Alessio, un terremoto hermoso que es el ahijado de mi Papá y que me prestó lo juguetes.
Los tíos se portaron muy bien con mis Papis. Todo el tiempo se preocuparon por mi salud cuando estaba internado y por el ánimo de mis Viejos. Además, Héctor hizo algo que me emocionó mucho: cuando todavía estaba en el sanatorio, un día se fue a ayudar a mi Papá a despintar muy trabajosamente un mueble que ahora brilla de nuevos y vivos colores en mi cuarto.
En la foto, aparte de Mamá y de mí, aparecen Alessio y la tía Alejandra. La sacó el tío Héctor. En la única que salgo con él, yo estaba llorando como un marrano, porque ya tenía mucho noni, y no me pareció justo con él publicar una foto en la que parece que me está flagelando.

viernes, octubre 21, 2005

Fin y principio

En la última visita a mi pediatra, mis Papis obtuvieron el tan ansiado consentimiento para mi mudanza.
Señoras y señores, ¡llegó la hora de mi independencia! ¡Voy a tener cuarto propio!
No pueden imaginar el tamaño de mi sonrisa. ¡Es enorme! (Y, curiosamente, la de mi Papá también.)

Fin
En la foto se ve clarito: el catre que nos prestó mi prima Natalia está brindando su servicio póstumo. Simplemente, me queda chico por todos lados y, gracias al peso ganado en las últimas semanas, me hundo y todo cruje cada vez que me muevo. Además, está por nacer el hijo de Naty, o sea que lo van a necesitar. Es cuestión de días, nada más.
Pero no es todo.
Necesito un lugar propio. Ya estoy grandecito para seguir durmiendo con mis Papis. Me molesta la tele (aunque apenas se la escuche) y el cuchicheo entre ellos. Por otra parte, dudo que vaya a extrañar los insoportables ronquidos de mi Papi...
Que Psycho se vaya preparando, ¡porque ahora lo voy a desalojar de mi cuarto!

Principio
El catre, mi camita hasta hoy, fue desarmado con una velocidad inusitada, como si realmente quisieran mi mudanza más que yo.
Los rituales de la jornada se sucedieron de manera tranquila, aunque inexorable. El juego, el baño y la teta del estribo. Finalmente, la hora había llegado. Ahí estábamos, mi Mamá y yo, en mi nuevo cuarto, frente a la cuna que el destino (y mi abuelo Pichi) me había regalado. Ambos sabíamos que el paso que daríamos sería para siempre. Que a partir del instante en que apoyara mi cabeza en la almohadita nuestro vínculo sería otro. Ni mejor ni peor: distinto.
Debo confesar que en ese momento me agarró algo de cuiqui, pero mi nonazo era más fuerte. Sin embargo, me dormí, profundamente, como si ese lugar me perteneciera desde siempre. Así, hice noni toda la noche.
Esa noche, Psycho volvió a dormir con mis Papis, como en los viejos tiempos. Dicen que los perros no tienen emociones, pero juraría que a la mañana siguiente ese bicho sonreía.

domingo, octubre 16, 2005

¡Feliz día, Mami! [2005]


Mamita... La palabra más hermosa que conozco, para la más hermosa de todas las madres: mi Mamá.
El día que pensabas nunca festejarías finalmente llegó y tengo que resaltarlo con todas las letras y colores:
¡Feliz Día de la Madre!

Ya sé que el Día de la Madre tiene que ser todos los días y todo ese versito, pero la oportunidad de homenajearte como se debe no es habitual.
Decirte gracias por todo el amor que me has dado desde el momento de las rayitas del Evatest, pasando por tu temple frente al dolor físico de un parto accidentado y el coraje para sobrellevar esos 36 días de mi internación, no puede ser nunca-nunca obvio.
Quiero que sepas que para mí sos una inspiración, un ejemplo de abnegación, de entereza y de probidad. Sos buena, sos cariñosa, sos graciosa y sos talentosa. La que tiene la fuerza suficiente para velar por mí, por Papá y por toda tu familia al mismo tiempo.
A veces la palabra gracias se queda tan corta para expresar lo que uno siente... ¡Es tanto el amor que tengo y el orgullo de saberte mi madre!
Pero, aunque me preocupe en buscar sinónimos, debo reincidir en darte las gracias. Sí, por darme la vida, darme el amor que justifica esa vida y por cada segundo de estos meses de calor en tu seno.

La celebración principal del Día de la Madre fue en la casa de mi abuela Katty, en Villa Luro. Fueron mis tíos Gustavo (con su esposa, la tía Liliana, y mis primas Dina y Alma) y Marisa (acompañada por mi primo Pedro) -hermanos de mi Mami-. En la foto, aparecen todas las madres juntas. La pasamos bárbaro y fue re-divertido. Con la que mejor me llevo es con Alma, porque es más o menos de mi edad.

sábado, octubre 08, 2005

Los tíos Ivana y Marcelo


Sí, resultó un fin de semana movido, porque ya que andábamos por Ciudad Jardín nos dimos una vuelta para visitar a los tíos Ivana y Marcelo, amigos de mi Papá de toda la vida. Y cuando digo de toda la vida, es de toda la vida, sin metáforas.
Papi es amigo de Ivana desde que tiene memoria. Debe ser raro eso de conservar una amistad ¡durante casi 40 años! Pfaaa... ¡Es un montón! A Marcelo lo conoció bastante después, cuando ambos iban al mismo colegio secundario (aunque en años diferentes) y juntos jugaron al béisbol en el club. El lazo que los une "apenas" lleva ¡30 años!
Marcelo e Ivana se casaron en 1989 y mi Papá fue testigo del civil (todavía les debe el regalo de bodas). Tienen 2 hijos muy especiales que son como mis primos: Agustina, muy linda y muy inteligente, que en 2006 cumplirá 15 años; y Federico, re-inteligente y tremendamente simpático, que se lleva muy bien con mi Papá.
Ivana es pediatra y ayudó mucho a mis Papis cuando yo estaba internado. Los aconsejaba y, sobre todo, los tranquilizaba. Ella y Marcelo siempre estuvieron ahí cuando mis Viejos los necesitaron.

La casa de Tata y Lela


Este fin de semana pude conocer la casa de mis abuelos Tata y Lela, en Ciudad Jardín, Palomar, provincia de Buenos Aires. Allí se crió y vivió mi Papá durante muchos años. En esa casa, donde ahora viven los tíos Silvia y Hugo con mis primos Diego y Florencia, mi Papi pasó momentos inolvidables, hermosos y difíciles.
En ese barrio fue a la escuela primaria y al colegio secundario. A una cuadra iba al club de sus amores a practicar un deporte tan raro como es el béisbol; en realidad, una excusa para encontrarse con los amigos de toda la vida. Amigos de la cuadra, Los Aromos, así suele decir. La barra.
Sobre esos pilares se sentaban mi Papi y el abuelo Tata a charlar de nada, mientras su perro Alf hacía pis en los árboles.
La foto me muestra en el frente de la casa junto a la tía Silvia; una casa que es de mi Papá y de todos sus hermanos, y de los hijos de sus hermanos.
O sea que también es, en parte, mía.

martes, octubre 04, 2005

La tía Mariela


Hoy nos vino a visitar la tía Mariela, una amiga de Mamá de hace muchíííísimos años. Como ya he escrito varias veces por ahí, es la única amiga del grupo de mi Mami que no se fue del país.
Cuando nací, le dijo a mi Mamá que el crucifijo del bautizo lo regalaría ella. Iba al sanatorio una vez por semana cuando yo estaba internado y, junto con su marido, el tío Christian, tuvieron la gentileza de llevarnos a casa en su auto cuando me dieron el alta, además de responder a todas las dudas que tenían mis Papis sobre cómo cuidarme en esos primeros días. Y también me trajeron el cochecito (mi Supercar) que me había regalado el tío Darío y que mis Papis no tenían tiempo de ir a buscar.
Por otra parte, la tía Mariela fue la primera niñera que tuve. Se quedó a cuidarme cuando mis Papis fueron a elegir mi regalo del Día del Padre y necesitaban un par de horas libres.
La tía Mariela es rebuena conmigo. Lástima que nunca le gustó mi nombre.

lunes, octubre 03, 2005

Besuqueiro


Un día tenía que pasar.
Finalmente, mi perro Psycho cayó rendido a mis pies. Justo en el momento en que mi Mamá o mi Papá (no recuerdo bien) se disponían a sacar una foto tranquila y apacible, apareció La Bestia y me estampó un besote que me hizo reír, por las cosquillas de su lenguota y sus bigotes.
Yo sabía que tarde o temprano no iba a poder resistirse a mis encantos.

domingo, octubre 02, 2005

Mi primo Pedro


Por fin tuve la oportunidad de conocer a mi primo Pedro, que es el hijo de la tía Marisa, hermana de mi Mamá.
Como mi abuela Katty estaba muy ocupada, a mi Mami se le ocurrió que vayamos a visitar al abuelo Pichi y a su esposa, Noemí. Allí nos encontramos con Pedrito, a quien mi abuelo estaba cuidando, porque mi tía ese día tenía que trabajar.
La tía Marisa quería que Pedro me conociera, pues él se preocupó mucho-mucho cuando yo estaba internado en el sanatorio. Después, cuando me dieron el alta y fui a casa, como mi pediatra aconsejó que no tuviera contacto con nenes en edad escolar por el tema de las enfermedades de invierno, él todas las semanas llamaba para ver cómo estaba. Parece que ya sabe usar el teléfono él solito.
Cuando nos encontramos fue raro, porque yo nunca antes había estado con chicos. Hablan y se mueven diferente que los grandes. Al final, me parece que sus ganas de conocerme no fueron para tanto, como exageraba la tía, porque apenas me saludó y ya no me dio más bolilla. Pero él es muy bueno: me dio un besito y me prestó sus chiches para que juegue.
Pedrito va a cumplir 4 años en pocas semanas y espero ir a su fiestita.
En la foto estamos los dos junto al abu Pichi.

jueves, septiembre 29, 2005

¡Feliz cumplemés! 5


Y un día cumplí 5 meses...
Al Sanatorio de la Trinidad sigo yendo una vez al mes para ver a mi pediatra y a darme las vacunas del protocolo contra la bronquiolitis. Pero nada más. Este mes, terminamos con los chequeos oftalmológicos y el resultado ha sido más que satisfactorio: mis ojitos han alcanzado la madurez adecuada para mi edad. La foto ha sido tomada al regreso de la última consulta al otorrinolaringólogo, donde también le dieron el OK a mis oídos.
En síntesis: puedo asegurar que todo está donde debe estar y funciona como corresponde.
Duermo de corrido toda la noche y tomo teta a destajo. El resultado es que subo de peso día a día y crezco como para alcanzar a mi Papá.
¿Les gusta mi gorrita? Me la acaba de regalar mi Papi. Calculó mal y me queda un poco grande. Sí, me trajo eso y lindo un par de medias haciendo juego.
El horizonte se ha aclarado. Ya no hay límites de ninguna clase: puedo salir cuando quiera y ver a quien desee. Ahora, el próximo desafío es la mudanza a mi propio cuarto para dormir en mi cunita. Por lo que escuché por ahí, es cosa de un mes, más o menos.

sábado, septiembre 24, 2005

Mi primera salida


¡Sííííí! Finalmente llegó el día y fue ¡espectacular!
Para que se entienda: las recomendaciones del doctor tenían que ver con los paseos, porque salir yo lo hice desde el principio, pues tenía que ir a los controles de mi pediatra y a las vacunaciones del protocolo contra la bronquiolitis. Pero salida, lo que se conoce como salida, ¡nunca!
Uh, ¡cuánto tuvieron que discutir mis Papis con todo el mundo, que consideraban una exageración lo que decía mi médico! ¡Cuánta amargura por tanta incomprensión! Yo a veces me ponía en el lugar de los demás y quería salir o . Sin embargo, la mayor parte del tiempo estaba de acuerdo con mis Viejos, por 2 razones de peso:
  1. Ellos sólo quieren lo mejor para mí.
  2. A mi Mamá le encanta pasear.
La cuenta regresiva comenzó el Día de la Primavera. Como suele suceder, calor no hizo. Los días siguientes estuvieron más o menos igual, frescos o sin solcito.
Lo cierto es que, finalmente, esta mañana amaneció soleada. Mis Papis desayunaban y Mami le preguntó a mi Papá qué le parecía de salir ese día. Papi, que nunca-nunca se adapta fácilmente a situaciones nuevas, tembló de pies a cabeza, pero dijo (o mejor, Psé).
Cargaron los bártulos, fuimos al auto y partimos rumbo a la Costanera Sur, aquí en Buenos Aires, que queda más o menos cerca de mi casa. La mañana era hermosa. Por suerte, llegamos rápido. Bajamos. Armaron el cochecito y comenzamos a andar. Fuimos por la Costanera, despacito, disfrutando de todo: de la gente, del agua, del sol. ¡Genial! ¡Y no me cansé para nada! Sacaron fotos, filmaron videos y me contaron qué era todo eso que yo veía: autos, árboles, patos, tortugas, pajaritos...
El día soñado había llegado. Por fin, podía salir de mi casa sin la obligación de ver a médicos.
El mundo se abrió ante mis ojos.

sábado, septiembre 17, 2005

Fotografía familiar


Sin lugar a dudas, esta es la mejor foto de todas las que me han sacado y es obra de mi abuela Katty.
Es la primera en la que de verdad estamos todos juntos:
  • Papá, feliz, con cara de cansado y su exceso de tabaco en la piel.
  • Mamá, feliz, con cara de cansada y su exceso de trabajo.
  • Psycho, feliz cuando duermo, celoso cuando despierto.
  • Y yo, Manuchito, feliz de tenerlos a ellos, pero preguntándome: ¿Por qué mi Mami no me mira?.

lunes, septiembre 12, 2005

Un regalo del más allá


Un día vinieron a visitarme el tío Eduardo -que es hermano de Papá- y la tía Silvana. La pasamos muy bien, aunque yo dormía como un tronco y hasta hacía zzzzzzz, y la gran novedad para todos fue lo que trajo ella consigo.
Se trataba de las sábanas de la abuela Chula que usaba con mi Papi cuando él era bebé. Francamente, para mí no era gran cosa. ¿A quién puede interesarle unos pedazos de tela muuuuy bordada algo amarillentos y a punto de desgarrarse por lo viejos? Bueno, por lo pronto, esos trapos añejos conmovieron a mi Papito, sobre todo por la posibilidad de que ahora los use conmigo.
Entonces ahí empecé a entender cómo venía la cosa. Tiene que ver con la historia de la familia, con el legado, con la huella de los que ya no están. Porque mi abuela Chula -también conocida como Lela por sus nietos-, que subió al Cielo allá por 1992, usó esas sábanas con mi Papá. Y después las guardó con esmero. Muchos años más tarde se las ofreció a mi tía Silvana, que las guardó y las usó con mi primo Mariano. Las trató con sumo cuidado y se las ofreció a mi Papi. Criteriosamente, mi Mamá advirtió que no resistirían un lavado más, así que propuso sacarme una foto en mi futura cuna con estas sabanitas que han pasado de generación en generación.
Sin embargo, mi Papito no está del todo satisfecho. Lamenta no saber quién le regaló esas sábanas a mi abuela o si las compró. O quiénes más las usaron. Todas preguntas que seguramente quedarán sin respuesta. Aunque me parece que el verdadero dolor de mi Papá es no poder preguntárselo directamente a mi abuela Lela.

lunes, agosto 29, 2005

¡Feliz cumplemés! 4


Y un día cumplí 4 meses...
Todo está infinitamente mejor. Gracias a El Ciclo, descanso bien durante el día y duermo de un tirón toda la noche, algo que mis Papis -entre lágrimas de alivio de mi Mamá y ronquidos de mi Papá- no pueden terminar de creer. Sigo durmiendo con ellos, aunque mi pediatra adelantó que en un par de meses ya podré hacerlo solito y en mi cuarto.
Con respecto a las comidas, vengo hecho un tigre. Incluso, si me descuido, parece que tengo tendencia a engordar.
Las únicas nanas las tuve por el lado de los ojos. Sí, de vez en cuando me salían unos orzuelos muy molestos, pero ya hace rato que pararon (por suerte).
Al Sanatorio de la Trinidad seguimos yendo a saludar a todos los conocidos, a ver a mi pediatra y también a participar de un protocolo de vacuna contra la bronquilitis con las Dras. De Luca y Gorenstein. Se trata de una enfermedad que, en una de sus peores variantes, suele afectar de manera insidiosa a los prematuros como yo.
Todavía sigo en casa junto a mi Mami, que no se banca más esto de trabajar desde acá, pero para los primeros calores falta cada vez menos. Ya cuento los días: el punto de referencia es el Día de la Primavera y lo que marque el termómetro que cuelga en la cocina.
Falta poco, falta poco...

viernes, agosto 26, 2005

Sol, solecito


El departamento donde vivimos es muy amplio, cómodo y luminoso. Dice mi Papá que en verano suele ser fresco, pero en invierno... también. Especialmente el balcón de adelante, el que da a la calle, por donde viene la brisa del río de la Plata: es decir, fría.
Por esa razón -y las restricciones recomendadas por mi pediatra- se demoró mi salida a ese limitado aire libre. Pero hoy, ¡sí! ¡Hoy me tocó! Al fin pude disfrutar de un poco de aire fresco y de los rayos de esa cosa luminosa y algo calentita que cuelga del cielo.
Ahora no me para nadie. Mi próxima meta es la famosa "primera salida" de la que todos hablan. Si mi doctor y el clima lo permiten, para septiembre estoy afuera.

jueves, agosto 25, 2005

El Ciclo


¿Nunca, pero nunca, les conté acerca de El Ciclo?
Papá lo habrá descubierto hace cosa de un mes, más o menos, y nos cambió la vida a todos. El asunto es así:
En su condición de padres primerizos y, además, cuentapropistas, desde el momento que pisé esta casa las cosas marcharon bien, pero de manera absolutamente desordenada. Producto de la libre demanda en cuestión de teta, por las noches yo me despertaba una, dos, tres, cuatro y ¡hasta cinco veces! para comer. Hasta ahí todo bien y dentro de lo esperado. Hay nenes que somos así y otros que no, pero yo era así. ¡Qué se le va a hacer!
El problema empezaba en la mañana. Si bien yo trataba de comunicarme con ellos de la manera más clara posible, con los llantos adecuados para cada situación, ellos no entendían nada. Salvo Mamá en lo que tenía que ver con el hambre, después no acertaban una. Confundían el sueño con el dolor de panza, el aburrimiento con el pañal sucio, y todo así. Como escribí más arriba, el hecho de ser padres primerizos y encima tener que trabajar para mantener el negocio no los ayudaba mucho. Así pasaban los días e íbamos por la vida ligeramente a la deriva, hasta que un día en que Mami tenía mucho trabajo en casa le pidió a Papi que me cuidara. Creo que le dijo algo así como Tomá, hacete cargo.
Dejamos a Mamá en el living, trabajando adelante de la computadora, y nos fuimos al cuarto. Así estuvimos un rato, paveando con los chiches, hasta que me harté: tenía sueño. Como corresponde, lloré para avisar. Y nada. Papá seguí con los chiches frente a mi cara y yo que no los soportaba más. Dado que Mamá estaba muy ocupada y Papá es sumamente orgulloso, él quiso resolverlo solo. Para empezar y ya que yo no respondía a los juguetes, dejó de insistir. ¿Por qué puede ser que llore?, se preguntó. Obsesivo y sistemático como es, no soportaba la idea de que un bebé actúe de manera aleatoria. Él creía que había un sistema oculto que debía descubrir. Y yo lloraba. ¿No te das cuenta que es sueño?, lloraba yo. Pero no me entendía. Hasta que empezó a utilizar el viejo truco del descarte. Como Mamá anotaba la hora de las tetas y de las siestas, Papá se fijó en la libretita.
Hambre no es, dijo, porque figuraba que yo había comido, y bien, hacía una hora.
Descartado el aburrimiento, probó hacer flexiones con mis piernitas para ver si yo tenía petús. Nada. Y yo seguía llorando.
¿Estarás con el pañal cargado?, me preguntó ¡a mí!
Casualmente, sí, estaba todo enchastrado. Sin decirle nada a Mamá, me cambió. Pero yo seguía llorando. Un poco menos, eso sí. Dale, flaco, avivate, tenía ganas de gritarle si hubiera podido. Hasta que, finalmente, llegó a la única conclusión posible: el noni-noni. Apagó el stereo, cerró las persianas y preparó el catre. No lo puedo creer, pensaba yo. ¡Se dio cuenta!
¡Sí! Me meció un poquito en sus brazos y al toque caí rendido. Me acostó y palmé como el mejor. Cerró la puerta despacito y entró al living con una sonrisa orgullosa. Había visto la luz. Había descubierto por su cuenta lo que millones de padres en todo el mundo y durante miles de generaciones llevaban practicando: El Ciclo. En síntesis: darse cuenta que, después de dormir, hay que cambiarme, luego hay que entretenerme, más tarde tengo que comer, posteriormente tengo largar provechitos y petús, y finalmente tengo que volver a hacer noni. Pero, gracias a la libretita de Mamá, además se percató que, al menos en mi caso, eso ocurría a intervalos más o menos regulares. ¿Qué significa eso? Que yo siempre dormía más o menos las mismas siestas, me entretenía durante el mismo tiempo y comía casi igual. Y vuelta a empezar.
Sin embargo, la prueba de fuego ocurrió al despertar. Entonces, probó. Repitió el último esquema de lapsos que ya había funcionado y respondió más rápido a mis llantos. ¡Y resultó! Había descubierto mi ciclo. A partir de entonces todo empezó a cambiar: cada vez dormía más siestas, la pasaba mejor y, lo que significó de gran importancia para todos, me despertaba una sola vez a la noche. Habíamos encontrado el rumbo.
Desde ese día Papá se sintió papá.

lunes, agosto 22, 2005

Antipetú


Hete aquí una prueba irrefutable del sistema implementado por mi Papá para aliviar mi panzota de los insoportables rigores de los petús.
Uno de los métodos se lo enseñó la tía Ivana a mi Mamá y tiene que ver con un masajito en la panzota. Pero en este caso, como creo haber señalado anteriormente, se trata de la flexión de mis piernitas sobre mi vientre, algo que suele causarme -además de alivio- muchísima gracia. ¡No puedo parar de reírme! Y lo peor es que no sé por qué.

domingo, agosto 21, 2005

El baño en secuencia


La cuestión del baño ha transitado por varias etapas. La inicial, en el Sanatorio de La Trinidad, cuando las enfermeras de terapia intensiva le enseñaron a Mamá cómo sostenerme y esas cosas que necesitan saber las primerizas.
La primera-primera etapa se desarrolló en las semanas posteriores a mi llegada a casa. Pobres... Mis Papis todavía no sabían manejar muy bien ni mis tiempos ni los suyos, lo que involucraba mi/su cena, mi/su noni, mi/su baño y todo lo mi/su que se quieran imaginar. A veces, entre un desacople temporal y otro pasaban ¡hasta tres días sin bañarme! Yo, chocho, imagínense. Incluso hubo días en los que terminé bañándome, por una cosa o por otra, a las 11 de la noche.
Pero ese lío habrá durado sólo un par de semanas. Ahora todo ha cambiado. La experiencia de bañarme se ha transformado en todo un ritual que cada uno cumple a rajatabla. El resultado: cada uno come a la hora que debe, se baña a la que corresponde y se duerme cuando los dejo, claro.
La cosa es así en muy fáciles pasos:
  1. Mamá comienza a preparar el baño a eso de las 9 de la noche. Da muchas vueltas (siempre da muchas vueltas, se olvida una cosa, trae otra que no necesita, la vuelve a llevar), abre la ducha para que se forme mucho vapor, instala el bañador, catre-bañera o como se llame y lo llena con agua tibia. Esto le lleva unos minutos. Mientras tanto...
  2. Papá se queda conmigo en la habitación. Me canta el Arroz con leche, Manitos de manteca y otra canción que le enseñó una vez cierta amiga Marita. Después flexiona mis piernitas para que me tire todos los petús posibles, lo cual que me causa mucha gracia y no me pregunten por qué. Finalmente me amenaza, muy lentamente, con que me va a dar un besote en la panzota, cosa que irremediablemente lleva a cabo y me hace reír. Por último, como todo esto ya me tiene podrido y me fastidio, me enchufa el chupete y todo bien.
  3. Desde el pasillo, Mami grita Vengan. Papá suspira aliviado y un poco harto, y allá vamos.
  4. Ya en el baño, el asunto se simplifica. Me gusta bañarme, pero no me vuelve loco, aunque debo reconocer que Mamá hace todo lo posible para que sea un buen momento de rélax. También depende de si estoy más o menos sacado. A veces no pasa nada. En otras ocasiones, tengo sueño o hambre y todo se complica. Ahí vuelve a entrar en juego mi Papi, que hasta ese instante se limita a mirar y asistir tipo Juanita, y hace lo que él y el tío Eduardo llaman El Infalible: esto es chasquidos con los dedos adelante de mis ojos, lo cual me transporta a un estado zen de manera inexplicable.
  5. El último paso es el secado y vuelta a cambiar, preámbulo de lo que será el regreso a la habitación y el último bocadillo en forma de gloriosa teta antes del noni final.

jueves, agosto 18, 2005

El experimento


Como recordarán, si bien mi habitación y cuna están preparados, todavía duermo en un catre en el cuarto de mis Papis. Sin embargo, durante el día, mi Mamá suele dejarme un ratito en la cuna para que me vaya acostumbrando o en el cochecito para que me adapte al nuevo lugar.
Un día a Mamá se le ocurrió hacer una prueba.
Me dejó solo en el cuarto para ver qué pasaba. Al principio, no sucedió nada. Para mí era como si nada, me entretenía con los chiches o miraba los colores de las paredes. Después de un rato y sin que nadie le dijera nada, apareció Psycho. Sí, mi perro, el que me tiene celos y no me da bolilla. Vino, dio una vuelta, olió mis pies, miró por la ventana, se hizo un poco el tonto y se "instaló" ahí, a mi lado. Cuando Mami volvió, Psycho se fue. Entonces, Mamá salió nuevamente para ver qué pasaría. ¡Y Psycho regresó!
Ahí me di cuenta que él, en el fondo y más allá de los celos, ¡me quiere!
En la foto se ve muy bien: me está cuidando.

domingo, agosto 14, 2005

Día del Niño [2005]


Ahora sí, finalmente llegó el Día del Niño oficial... después de haber festejado el informal, del que conté en el post El Día del Niño 0, tiempo atrás.
Esta vez los regalos los recibí de Mamá y, entre varias cosas relindas, me dio una especie de centro de juegos, de sonidos y luces, que se cuelga al costado de la cuna. ¡Es espectacular! Apretás un botón y sale musiquita; apretás otro y se escuchan grillitos; tirás de una palanca y sale un ruidito como el de los resortes en los dibujitos animados, ¡toink!; con otro se encienden las luces... Pero el mejor botón es uno, con forma de corazón, en el que sale la voz grabada de mi Mamá diciendo...
Hola, Manuchi, hermoso de Mamá

Y me derrite...
Todavía no lo voy a poder usar mucho por dos motivos principales:
  1. Por ahora seguiré durmiendo en el catre, junto a mis Papis, en su habitación.
  2. No coordino muy bien mis manitos para usarlo.
También tuvimos visitas.
Vino el papi de mi Mamá, el abuelo Pichi, con la esposa, Noé. Me trajeron otro móvil para colgar de la cuna, aunque no tan lindo como el que me regaló mi Papá. Se quedaron un rato y no dejaron de sacarse fotos conmigo. La pasé rebién.

sábado, agosto 06, 2005

Un clásico


Parece que en una época la gente solía fotografiar a los bebés tal como veníamos al mundo, una costumbre que, gracias a Dios, ha quedado en el pasado.
De todas maneras, mis Papis no pudieron con su genio y se sacaron las ganas. En realidad, no se acuerdan de quién fue la brillante idea, aunque me inclinaría a pensar que fue de mi Papá, tan proclive él a sostener viejas costumbres contra viento y marea.
Obviamente, decidí publicar sólo la versión soft de semejante engendro.

miércoles, agosto 03, 2005

Probando la cuna


Aunque todavía tengo para un tiempo más en el catre junto a mis Papis, los tiempos se precipitan. Mi prima Natalia, la dueña de mi camita actual, está embarazada y, por ende, su nuevo hijito la va a necesitar muy pronto.
Como mi cuarto ya está preparado para recibirme, Mamá a veces prueba para ver si me adapto al nuevo lugar. La verdad, me gusta. Se trata de una cuna funcional de verdad, grande-grande, y no veo la hora de mudarme lo más rápido posible.

lunes, agosto 01, 2005

El Día del Niño 0


¿Cómo es eso de Día del Niño 0? Bien podría llamarse versión Beta o Ensayo. La historia es así.
De pronto, Papá se dio cuenta que a hasta altura de mi vida -3 meses- nunca me había regalado algo personal: la pulserita de oro me la dio mi abu Katty cuando nací y la tía Mariela decía que ella me iba a regalar un crucifijo para cuando me bauticen. O sea que, según concluía él, le quedaban pocas opciones: un reloj (no sé la hora, no sé qué es la hora), un encendedor (no fumo), una corbata (no tengo traje) o un chiche. Así empezó a darse manija y a embalarse.
Este lunes 1º salió decidido a comprarme un juguete, sea como sea. La oportunidad resultaba ideal: el domingo sería el Día del Niño. Entonces partió raudo a la mejor juguetería que encontrara. Eligió algo que le gustó y lo compró. Pero las cosas no serían tan fáciles. Allí se enteró que ahora, en el siglo XXI, muy lejos de su propia infancia y sus buenas intenciones, el Día del Niño es el segundo domingo de agosto.
Mi Papi no es alguien que se adapte fácilmente a los cambios. Una vez que asimila una costumbre, la mantiene hasta el fin. Para él, desde siempre, el Día del Niño será el primer domingo de agosto. De pronto se encontró volviendo a casa con paquetes, sobre un taxi, y la perspectiva de tener que aguantar -no una semanita, como suponía, hasta el domingo- quince días con los regalos en el placard. Resultaba demasiado para él.
Entonces dijo Ma'sí. Le dijo a Mamá que ella se encargue de comprarme los regalos para el Día del Niño "oficial", que él me regalaba para éste, un extraño lunes a mitad de camino de todo.
¿Los chiches? ¡Re-fachus! Me trajo una gallinita para colgar del gym, una vaquita de San Antonio que hace ruido cuando le apretás la panzota y ¡un móvil para colgar de la cuna! Está re-bueno: da vueltitas y vueltitas, y tiene una musiquita lindísima.
¡Qué suerte! Ahora voy a tener dos días del niño.
En la foto, se ve el momento exacto en que Papá saca los juguetes de las bolsas.