Como las cosas iban cada vez mejor en el Sanatorio de la Trinidad, la Dra. García le dijo a Mamá que ya me podía alzar, porque sentir su calorcito y su olorcito me haría bien. ¡Tenía razón! Siempre es lindo estar a upa.
Y debía hacer calor en terapia intensiva, porque a Mami le caían unas gotitas de los ojos mientras me acunaba…
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