viernes, enero 18, 2008

Cerrado por vacaciones


19/01/08
¡Me voy de vacaciones a Mar Azul!
Nos volveremos a encontrar en -aproximadamente- 15 días.
Los voy a extrañar.
¡Un besote para todos!

miércoles, enero 16, 2008

Yo soy Woody


24/05/07
Sí, ya sé: ésta es una de esas fotos por las que -de grande- uno sentirá un poco de vergüencita. Además, seguramente no faltará algún pariente -más precisamente un tío- que me la recuerde. Pero lo cierto es que, más allá de todos estos pruritos, quise darme el gusto con el disfraz de mi ídolo que me regaló Papá.
Sólo ver la sonrisa de mis Papis hizo que valga la pena.

lunes, enero 14, 2008

La prima Julia


19/05/07
Hoy fuimos a la casota de la prima Julia, que es hija de los tíos Marianela -amiga de mi Mamá desde hace muchííísimo tiempo- y Ezequiel.
Ellas se conocen de cuando eran chicas, pero el tiempo -primero- y la distancia -después- las fue separando.
De regreso luego de una prolongada estadía en los EE.UU., donde trabajaban, se instalaron en un hermoso departamento del barrio de Congreso. Un lugar enorme; sí, señor. Con techos altísimos y puertas gigantescas; y habitaciones por todos lados, entre las que resulta muy fácil perderse.
Los grandes -como me he dado cuenta que suele suceder- se la pasaron comiendo y bebiendo de todo; en especial, unos fideos con salsa de mariscos que estaban espectaculares.
Con la prima Julia la pasé muy bien. Juntos vimos Toy Story II -una de mis pelis favoritas- y Pocahontas, que es de su predilección.

viernes, enero 11, 2008

La base de la fortuna


18/05/07
Eso dicen del ahorro...
Eso intentan inculcarme mis Papis, aunque por los gustos que suelen darse, parece que mucho ahorro no practican.
Para que sepan, tengo varias alcancías; cada una con una función:
  1. Un reloj-zapato, para las monedas de $ 1.
  2. Un triángulo de bordes redondeados (que se aprecia en la imagen), para las de 25 y 50 centavos; ambos regalos de mi Papá.
  3. Una especie de buzón, para las de 5 y 10 centavos, que era de mi Mamá.
O sea que ya saben por dónde pasar, como parada obligada, cuando vengan a visitarme.
Qué va a hacer, de algo hay que vivir.

miércoles, enero 09, 2008

Mi primer viaje en colectivo


12/05/07
Mi primera travesía sobre este noble medio de transporte aconteció este sábado, por la mañana. Fue en un colectivo de la línea 150, que es amarillo, y lo tomamos en la avenida Caseros para bajarnos en Santa Fe y Paraná.
¿A qué vino eso de viajar en colectivo? Bueno, como recordarán, mi Mamá vendió nuestro querido auto y todavía no está listo el nuevo. Y como mis Papis querían hacer unas compras...
La experiencia resultó muy divertida. Con Mami y Papá nos sentamos en el asiento de atrás, ese que es todo largo.
¿Lo que más me llamó la atención? Dos cosas:
  1. Un nene que viajaba con la mamá y que se bajó llegando a la avenida Belgrano. Cuando pregunté hacia dónde fue, mis Papis dijeron que se había ido a pasear.
  2. El ruido de las puertas, que suenan más o menos así: pissshhhhh...

lunes, enero 07, 2008

Chau, Foxito


06/05/07
Volvimos de pasear y entonces me enteré: mis Mamá no sólo vendió el auto, sino que debía entregarlo enseguida; tan pronto, que acababa de hacer mi último viaje sobre él.
Ah, sí, todo muy lindo: que la compradora era alguien de confianza y que lo cuidaría (la tía Clara, mamá del primo Andrés); y que el cambio era para mejor, por un auto más grande y 0 km. Pero nada de eso me resultaba relevante. El Fox rojo es mi auto -mejor dicho, fue- y ningún argumento puede contra la sensación de pérdida que se ha desatado en mi interior. Porque sí, porque lo tenía en una versión chiquita (parecida) para jugar, porque era fácil de identificar, porque cuando mi Mami se lo compró al tío Hugo todavía no sabía que estaba embarazada de mí, porque durante meses fuimos y venimos al y del trabajo, y porque con él disfrutamos mis primeras vacaciones, en la costa.
Tal vez a Uds. todo esto les parezca una chiquilinada sensiblera. Pero sin necesidad de escarbar demasiado y sólo prestando atención a las conversaciones de los grandes, pude descubrir que muchos adultos conservan fuertes vínculos con los autos de su infancia o de su adolescencia; lazos que nuevos vehículos, más lujosos, caros o confortables no pueden destruir.
Así mi Mamá siempre se acuerda del Ford Falcon de sus padres y Papá siempre habla de la estanciera del abuelo Tata o del Ramber Classic -también rojo, casualmente- que lo transporta inmediatamente a su infancia.
Pero, bueno, qué se le va a hacer: la vida es una pérdida constante de esas cosas que la construyen día a día. Habrá que apechugar.