martes, mayo 30, 2006

La gorra de Tata



Esta era la gorra de mi abuelo Tata. En invierno, no se despegaba de ella por ninguna razón: hacía sus caminatas diarias por Ciudad Jardín, cortaba el pasto los sábados o hacía el asado los domingos, pero siempre con la gorra puesta. No es una prenda ni elegante ni moderna, y tampoco se conserva en el mejor estado, pero me atrajo desde la primera vez que la vi. Con mi Papá jugamos a ponérmela y ponérsela, y a mí eso me hace reír.
Sí, tengo la risa fácil, qué le voy a hacer.

La tía Noemí I


Así, de pronto, de un día para el otro, descubrí que no todas son buenas noticias; que, a veces, pasan cosas malas que ponen tristes a mis Papis. Y en especial a mi Mamá. Lo peor de todo es que entiendo muy poco -o nada- de lo que sucede, pero puedo darme cuenta muy fácilmente cuando los ánimos están decaídos.
La tía Noemí es la esposa de mi abuelo Pichi. Según mi Papá, ella es una gran artista, talentosa y sensible. Y también a su entender, difícil: una de esas personas complicadas de llevar, con una pila de energía inagotable para bien o para mal. De esa clase de gente que suele empeorarla cuando habla. Pero que siempre está ahí cuando se la necesita, le escuché decir a mi Papi.
Parece que a partir de una consulta al médico por una dolencia menor se le detectó algo malo. Verdaderamente malo. Tan malo que la van a operar de urgencia en el Sanatorio Fleni.
Y su familia, en la que me incluyo, también va a estar ahí, con ella. Porque ella me visitó cuando estuve internado. Porque lo merece.
Pido a Dios por la tía y por mi abuelo, para que todo salga bien. Y cruzo los dedos.
La foto es de la reunión de hoy, cuando ella les comunicó a todos lo que sucede. Obviamente, yo estaba en casa con mi Papá.

lunes, mayo 29, 2006

¡Feliz cumplemés! 13


Y un día cumplí 13 meses...
Como corresponde luego de cumplir años, éste ha sido un mes de consolidación de mis avances. El gateo en 4 patas (aunque a veces me permito reptar, sobre todo cuando estoy cansado) ya no tiene secretos para mí. Calculo que en un par de meses andaré caminando por ahí...
Por otra parte, de a poco he sumado palabras a mi vocabulario. Éstas son las cuatro primeras, por orden de aparición en mi boca:
  1. Papá (imagínense su emoción).
  2. Aggwa (agua, y la aplico tanto para el agua propiamente dicha como para la leche o cualquier otro líquido).
  3. Babau (perro, un clásico de cualquier niño).
  4. A-bba-bú (así, de manera entrecortada y cerrando los labios al máximo. Es un apodo que le puse a mi Papi y no tengo la menor idea de dónde lo saqué).

domingo, mayo 28, 2006

Cómodo y calentito


Aquí estoy en la cocina de mi casota, disfrutando de la espectacular silla para comer que nos prestaron los tíos Mariela y Christian, que fuera usada -creo- por mis primos Simón y Malena y reservada para cuando los tíos Paula y Ezequiel se decidan a tener un bebé.
Pero la experiencia de comer la papa o tomar la leche no sería completa sin las espectaculares botitas que me tejió la abu Katty, bajo las precisas indicaciones de mi Papá. Como todavía no sé caminar, me resultan mucho más prácticas que cualquier calzado.

sábado, mayo 27, 2006

Regalos de la tía Gisela


La tía Gisela es una amiga de mi Mamá -del grupo autodenominado Las Gordis- que, ante la crisis imperante en el país, un buen día decidió partir en busca de nuevos horizontes. Su destino: los EE.UU.
Allí se encuentra en la actualidad, trabajando y estudiando, muy de novia con un chico mendocino -según tengo entendido- y viviendo en Miami.
Mi Mami la extraña mucho: la tía Gisela le daba al grupo una cuota de autenticidad y chispa que, lamentablemente, se ha perdido hasta nuevo aviso.
La foto es del año 2000, durante la cena del 28º cumpleaños de la tía Carla (otra integrante de ese grupo de amigas) en el restaurante Garbis. La imagen no hace justicia con ella, pero es de las mejorcitas que tenía a mano.
Todo esto viene a colación de los regalos que me mandó la tía Gisela por intermedio de su mamá: un muñeco hermoso de Stich, una remera y una campera re-canchera, que es la que luzco en la foto.
Ojalá que vuelva pronto, porque me gustaría mucho conocerla.

domingo, mayo 21, 2006

El parque de diversiones


Aunque no se parezca en nada al Italpark de la infancia de mi Papá o al Interama de mi Mamá, finalmente conocí lo más parecido a un parque de diversiones.
La ocasión se presentó en Unicenter y allí la pasé más que bien con la abu Katty, la tía Marisa, mi primo Pedro y, mi Mami, por supuesto. Papi se quedó en casa haciendo fiaca.
Disfruté un montón de juegos pero, en especial, la calesita y este trencito.
Espero que se repita pronto.

sábado, mayo 20, 2006

El tío Christian


Hoy fui de visita con mi Mamá a la casa de unos amigos de ella, los tíos Mariela y Christian. Realmente la pasé muy bien, porque el tío me hizo apu (upa, pero a mi manera) y jugué un montón con mis primos Simón y Malena; además de con sus babáus, los redulces Sauron y Coraje.

lunes, mayo 15, 2006

El repasador mágico


No sin sorpresa, he descubierto que los repasadores de mi casota tienen poderes misteriosos; mágicos, diría. Me los pongo -o me los ponen- sobre mi cabeza y, por arte de magia, desaparezco, ya no me ven.
Eso me causa mucha gracia. No lo entiendo: es una pavada de juego, pero inexplicablemente me hace reír.
¿Dónde está Manu? -preguntan mi Mamá o mi Papá con visible inquietud-. ¡Acá está! -se responden a sí mismos cuando me destapo; adivinando muy bien mis palabras, porque yo todavía no hablo.
Dice mi tío Eduardo que me tapo para no ver a mi Papi. Mi Papá sostiene algo peor: que lo hago para no ver la tabla de posiciones de mi querido Huracán.

domingo, mayo 07, 2006

Mis chiches II


El saldo de mi primer cumpleaños en materia de regalos ha sido ampliamente satisfactorio. Por suerte -y sin que haya sido obligatorio- nadie vino a casa con las manos vacías.
Como he reseñado, recibí toda clase de regalos: ropa, libritos, juguetes, mesas de juego con ruiditos y luces (de la abuela Katty), la torta propiamente dicha (de la tía Fernanda), un reproductor de CD para escuchar música con mi Mamá (de mis Papis) y un cochecito -por duplicado- de parte de los padrinos Ivana y Héctor, que no tomaron la precaución de averiguar lo que pensaba regalar el otro.
Aquí se me ve al comando de mi nave en perfecto dominio de la situación.