No sin sorpresa, he descubierto que los repasadores de mi casota tienen poderes misteriosos; mágicos, diría. Me los pongo -o me los ponen- sobre mi cabeza y, por arte de magia, desaparezco, ya no me ven.
Eso me causa mucha gracia. No lo entiendo: es una pavada de juego, pero inexplicablemente me hace reír.
¿Dónde está Manu? -preguntan mi Mamá o mi Papá con visible inquietud-. ¡Acá está! -se responden a sí mismos cuando me destapo; adivinando muy bien mis palabras, porque yo todavía no hablo.
Dice mi tío Eduardo que me tapo para no ver a mi Papi. Mi Papá sostiene algo peor: que lo hago para no ver la tabla de posiciones de mi querido Huracán.
Eso me causa mucha gracia. No lo entiendo: es una pavada de juego, pero inexplicablemente me hace reír.
¿Dónde está Manu? -preguntan mi Mamá o mi Papá con visible inquietud-. ¡Acá está! -se responden a sí mismos cuando me destapo; adivinando muy bien mis palabras, porque yo todavía no hablo.
Dice mi tío Eduardo que me tapo para no ver a mi Papi. Mi Papá sostiene algo peor: que lo hago para no ver la tabla de posiciones de mi querido Huracán.
2 comentarios:
Hello from the USA!! :-)
Gracias por visitar mi blog.
Un besote para vos.
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