sábado, junio 04, 2005

Home, Sweet Home


Finalmente llegué a casa.
Subí los dos pisos en brazos de Mamá y enseguida -tal como recomendaban todos- me presentaron a Psycho (nuestro perro) para que me conozca, me huela y asimile mi presencia. Fue el comienzo de un proceso de seducción que será largo y trabajoso, porque Psychote siempre fue el mimado de la familia hasta que se me ocurrió nacer, era el hijo único malcriado que me gustaría ser. Ahora, de golpe y porrazo, pasaba a ser una especie de hermano mayor. De primera no me dio mucha bolilla y yo tampoco a él. El perro la iba de indiferente y yo no estaba para hacer demasiadas sociales.
De ahí me enclaustraron en la habitación de los papis, en un catre-moisés relindo que, como conté antes, era de mi prima Natalia. Los primeros días fueron medio complicados, porque regurgitaba un poco la leche de Mamá, pero creo que no di muchos problemas. A la noche me despertaba 4 ó 5 veces para comer o a llorar por el dolor de panzota, y Mami siempre acudía al rescate. Una genia, Ma...
Papá eligió esta semana para dejar de fumar y no andaba muy bien. Se quedaba en la cocina la mayor parte del tiempo -como si la habitación fuera una sucursal intocable de terapia intensiva-, esperando que Mamá le diera órdenes para que la ayudara. Él dice que no quería molestarme, pero todos sabemos que estaba tan shockeado por mi llegada como Psycho.

No hay comentarios.: