Después de bastante tiempo, mis Papis se reencontraron con el tío Bernardo, que vino de visita desde su Tucumán.
Son amigos desde hace varios años. Él coordina, produce, ilustra y diseña la realización de una revista que hacen mis Papis. Hasta hace un par de años venía todos los meses; pero, cuando empezó eso de los secuestros express, la empresa para la que trabaja/mos prefirió -avances de la tecnología mediante- que se siguiera haciendo sólo a la distancia.
Para mi Papá, tal decisión resultó una verdadera pena, porque a partir de entonces extrañó mucho las charlas sobre los temas más variados que solía tener con alguien tan diferente y tan parecido a él.
Pero el tío Bernie hace mucho más que ese trabajo: da clases en la universidad, estudia otra carrera terciaria, colabora con distintos medios, cría a sus hermosas hijas Ilde y Raisa, cuida a una gata llamada Circe y publica diferentes blogs en Internet: Erlich, que es el principal; La Estrella del Norte, las peripecias de Romualda; Por Dios!, la página de Él; la secuela de Tato Bores; y, el último, por ahora, El Teléfono que Mira, con fotos muy raras sacadas con un celular.
-¡Cualquier cosa con tal de no hacer la revista! -diría mi Mamá.
Lo cierto es que el tío Bernardo vino a conocerme. Comieron facturas que yo miraba pasar frente a mis ojos (mi dieta sigue con teta y biberón), charlaron mucho, naturalmente discutieron y, de pronto, el cielo se puso negro-negro. Parecía que iba a lloverse todo, pero sólo se desató una tormenta de viento. Sin embargo, lo más impresionante fue el doble arco iris que se produjo; algo que nadie, especialmente yo, había visto jamás.
En la foto se ve bastante bien a esos arco iris.
La otra fotografía es un engendro producto de un pequeño detalle: a nadie se le ocurrió sacarme una foto con Bernardo. Así que me la tuve que rebuscar con lo que tenía. Taaaaan mal no quedó...
Y la tercera imagen es un viejo regalo del tío Bernie a mis Papis, que muestra sólo una parte de su gran talento y que mi Papá guarda para cuando valga una fortuna.
Son amigos desde hace varios años. Él coordina, produce, ilustra y diseña la realización de una revista que hacen mis Papis. Hasta hace un par de años venía todos los meses; pero, cuando empezó eso de los secuestros express, la empresa para la que trabaja/mos prefirió -avances de la tecnología mediante- que se siguiera haciendo sólo a la distancia.
Para mi Papá, tal decisión resultó una verdadera pena, porque a partir de entonces extrañó mucho las charlas sobre los temas más variados que solía tener con alguien tan diferente y tan parecido a él.
Pero el tío Bernie hace mucho más que ese trabajo: da clases en la universidad, estudia otra carrera terciaria, colabora con distintos medios, cría a sus hermosas hijas Ilde y Raisa, cuida a una gata llamada Circe y publica diferentes blogs en Internet: Erlich, que es el principal; La Estrella del Norte, las peripecias de Romualda; Por Dios!, la página de Él; la secuela de Tato Bores; y, el último, por ahora, El Teléfono que Mira, con fotos muy raras sacadas con un celular.
-¡Cualquier cosa con tal de no hacer la revista! -diría mi Mamá.
Lo cierto es que el tío Bernardo vino a conocerme. Comieron facturas que yo miraba pasar frente a mis ojos (mi dieta sigue con teta y biberón), charlaron mucho, naturalmente discutieron y, de pronto, el cielo se puso negro-negro. Parecía que iba a lloverse todo, pero sólo se desató una tormenta de viento. Sin embargo, lo más impresionante fue el doble arco iris que se produjo; algo que nadie, especialmente yo, había visto jamás.
En la foto se ve bastante bien a esos arco iris.
La otra fotografía es un engendro producto de un pequeño detalle: a nadie se le ocurrió sacarme una foto con Bernardo. Así que me la tuve que rebuscar con lo que tenía. Taaaaan mal no quedó...
Y la tercera imagen es un viejo regalo del tío Bernie a mis Papis, que muestra sólo una parte de su gran talento y que mi Papá guarda para cuando valga una fortuna.
4 comentarios:
¡Ah, qué recuerdos!
En cualquier momento el Tío Bernie se da otra pasadita por ahí, con regalotes y todo.
(Pero no como la última vez, ahora en serio).
¡Qué bueno! Pero esta vez tenemos que sacarnos una foto.
Un besote.
¡Si!
Lo que pasó aquella vez es que yo estaba medio resfriado, y como conocía la historia de tus pulmoncitos, no me quise acercar mucho. ¡Por eso también me quedé con las ganas de hacerte upa!
No me acordaba. Por suerte, ahora mis pulmones están 0 km. Y con respecto a la upa, tengo días y días: hay momentos en los que adoro que me alcen y otros en los que me gusta andar suelto.
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