jueves, julio 17, 2008

Vacaciones en Mar Azul [2008]

19/01-02/02/08
Como hay muchas fotos para compartir con Uds., éste será un solo post, pero que será completado por entregas.

Día 1

Nos despedimos de Psycho -como casi siempre, se quedaba al cuidado de la tía Fernanda- con nostalgia anticipada y salimos de casota a la mañana. El viaje hasta Dolores -sin pañales, señoras y señores- fue largo y tranquilo. Allí paramos a hacer pis y almorzar. Lo mejor resultaron las papas fritas, que me encantan. El resto del recorrido se hizo tedioso, lloré un poco de fastidio al promediar y lo único que me permitió sobrellevarlo fueron las canciones de Shrek que escuchábamos por el estéreo.
Nuestro destino es una playa muy linda que se llama Mar Azul y queda a pocos kilómetros de Mar de las Pampas, que a su vez queda a pocos kilómetros de Villa Gesell. Es una zona muy agreste, de frondosos bosques e inmensas playas. Con calles de arena y pocos comercios. Pero, sobre todo, tranquila y con poca gente.
Llegamos avanzada la tarde y enseguida fuimos de compras al supermercado.
El appart Pinares del Mar, donde nos hospedamos -recomendado por mi prima Ornella-, es muy lindo y cuenta con pileta, spa, gimnasio, restaurante (que no funcionaba) y actividades recreativas todos los días. Nuestra cabaña está muy bien, aunque no le anda el teléfono.

Día 2

Hoy estuvo más movido. A la tarde fuimos a la pileta y hasta logré que Papá se metiera conmigo.
Más tarde lo llamamos por teléfono a mi o Eduardo -que está en San Bernardo, también de vacaciones- y le deseamos un ¡feliz cumpleaños!
Lo mejor sucedió después, cuando me llevaron a saltar, algo que -debo confesar- no suelo hacer ni por asomo. ¡Estuvo redivertido!

Día 3

Un día nublado, pero que igualmente disfrutamos en la playa. A la tardecita, siempre veo una peli en la compu de mi Mamá. ¡Menos mal que la trajo! Papá medio que se resistía, pero tuvo que admitir que se trató de una buena idea.

Día 4

Un día entre extremos: saltando otra vez en la cama elástica y tirado por culpa de un resfrío fuerte en la camota de la cabaña.

Día 5

Un día de playa algo ventoso y nublado, pero aprovechable. A la mañana, me la pasé dibujando al Príncipe Encantador -de la película Shrek II- sobre la arena. Debo admitir que es cierto: ando un tanto obsesionado con ese personaje. Sé que es malo y tonto, pero tiene una espada. Y quien tenga una espada merece la mayor de mis consideraciones.
A la tarde sucedió algo muy interesante: mis Papis querían tomar mate y no mover la cola de las reposeras. Y yo quería... Bueno, no sé lo que quería, pero lo quería ¡ya! En ese tire y afloje, Papá me dio un llamativo permiso para que yo me volviera a la cabaña, solo, caminando 4 cuadras. ¿Me lo estará diciendo en serio?, pensé. Y me iba, ¿eh? Ya me estaba yendo. Decí que Papi a veces es medio sordo y me hacía volver para que le repitiera las cosas, sino me hubiese ido enseguida.

Día 6

La gran sorpresa constituyó la visita de mis tíos Silvana y Eduardo, junto con mis primos Ornella y Mariano, que estaban en San Bernardo, en el departamento del abuelo Tata. Ah, ¡y hasta trajeron a Homero, su perro! Y al italiano noviecito de la nena, Andrea. Uy, sí, qué alegría, menos mal que lo trajeron. Me muero de alegría. Me muero. Punto.
Mi tío preparó un asado riquísimo y mi tía me llevó a jugar al tobogán. Esta vez Homero se portó mejor conmigo: yo le daba de comer y él me daba su patota. Y no me quiso morder ni una sola vez, ¿eh? Después, todos fuimos a la playa a jugar con el mar y la arena. La verdad es que la pasamos muy bien.

Día 9

Luego de una primera semana más que aceptable, llegaron los días feos... y no paran. Llueve, para, llueve, y no se despeja.
Hoy, medio hartos de estar encerrados y de dar vueltas por una ciudad que no está muy preparada para el mal clima, decidimos pasear por Villa Gesell. No nos fue mejor. No me gustó nada-nada. Mucha gente, demasiado tránsito y jueguitos aburridos.

Día 10

El clima sigue sin ponerle ni un poquito de onda a la segunda semana de vacaciones y medio que nos estamos tornando ligeramente nerviosos. Llueve, está fresco o el viento te da vuelta. No hay más opciones que estas y hasta yo me doy cuenta de que así es imposible acercarse a la playa.
Menos mal que contamos con un buen stock de pelis y de chiches, pero mi Papá ya agotó sus reservas de libros. Habrá que hacer algo antes de que el aburrimiento lo desborde. Mientras tanto, me entretengo con la espada de Peter Pan que me regaló mi Papi. Bueh, en realidad es la del capitán Garfio.

Día 11

Hartos de estar encerrados por culpa del peor clima en vacaciones que les haya tocado vivir a mis Papis, a la tarde decidimos arriesgarnos por los caminos de arena para conocer un poquito Mar de las Pampas. Los accesos estaban inundados o con tremendas huellas intransitables provocadas por la gran cantidad de 4x4 que circulan por la zona.
Finalmente llegamos sin demasiados contratiempos, aunque en más de una ocasión temimos quedar atascados en la arena. Por suerte, mi Mamá y el auto pudieron sortear todos los obstáculos.
A diferencia de Gesell, Mar de las Pampas me gustó mucho, pese a que también estaba repleto de gente por culpa del clima. Pero pudimos comprar libros para Papá, un chupetín y un helado para mí, pasear e incluso ir a jugar. Aunque debo admitir que me porté un poquito mal con algunos nenes. Pero siempre pedí disculpas, ¿eh? Travieso como cualquiera, pero educado como pocos.

Día 12

Entramos en la recta final de unas vacaciones que están dejando sensaciones dispares al compás del clima. Pero, bueno, no siempre se logra todo en la vida...
La parte, digamos, positiva, es que ante el desastre meteorológico tuvimos que entretenernos de maneras más dispares. Así fui sumando experiencias nuevas como conocer lugares, juntar palitos (también conocidos como espadas de emergencia), saltar en la cama elástica o huir de los caracoles que trae la lluvia, unos bichos que no me inspiran la menor confianza, pero que por suerte son lentos en materia de persecuciones.
En ese contexto, mis Papis me llevaron a dar una vuelta en caballito por los bosques de Mar Azul. Bah, en realidad se trató de una vuelta a la manzana; pero, como acá todo es bosque...
Mi caballo se llamaba Sufi -o algo así- y, por suerte, se portó muy bien. Mi Papá se limitaba a vigilar que no me cayera, porque un nene era el encargado de guiar a mi noble corcel. Al principio no estaba muy seguro de las bondades de la iniciativa, pero al final no me quería bajar ni a palos y, obviamente, lloré a moco tendido.

Día 13

Cuando ya nos hacíamos a la idea de que no tenía sentido seguir de vacaciones si el clima no colaboraba, Mar Azul amaneció con un sol radiante y una temperatura ideal.
Todo estuvo tan bien que hasta pudimos hacer un poquito de surf y nos divertimos mucho, aunque me la haya pasado tragando agua.
A la tarde, además de barrenar con las olas o torturar escarabajos capturados en una cajita de Tic-Tac, la pasé jugando con Leo, el chico de las sombrillas, que siempre nos atendió con una sonrisa.

Día 15

Un vista del frente del appart donde nos hospedamos y la cabaña donde nos alojamos, con Leo saludando.
Y así cierto día las vacaciones llegaron a su fin. El final tras 15 días variados, con climas extremos, algunas nanas, visitas familiares y nuevos amiguitos. Vacaciones en un lugar nuevo al que no sé cuándo volveré. Lugares que tal vez olvide pronto o nunca, y estas imágenes que compartí con Uds. sirvan como refrescamemoria de estos tiempos... Aquellos tiempos.

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