Y un día cumplí 15 meses...
Terminó mi primer Mundial, soplé las velitas en el cumpleaños de mi Mamá, conocí a viejas amigas de ella (como las tías Valeria y Marianela), vino de visita el primo Félix -desde España-, fui de compras a un hipermercado y a jugar a Planeta Juego, con mi tía Marisa.
Un mes bastante tranquilo, sin nanas que destacar, salvo que -por pasarme de listo- me caí de la practicuna en el trabajo. No sé qué quise hacer. De alguna manera pienso que me creí preparado para salir de allí por mi cuenta. Craso error. Pasé un pierna, giré la cadera... y el abismo. Más que dolor sentí vergüenza cuando mi Papá me encontró tirado sobre la alfombra llorando como un marrano, pero con cara de no entender nada.
Claro que, sin lugar duda, lo más destacable del mes es que aprendí a gatear. Al principio, sólo reptaba, como un gusano gordo y con pañales. Pero en los últimos días mi gateo se ha perfeccionado, dominando el tránsito en 4 patas como el mejor.
Terminó mi primer Mundial, soplé las velitas en el cumpleaños de mi Mamá, conocí a viejas amigas de ella (como las tías Valeria y Marianela), vino de visita el primo Félix -desde España-, fui de compras a un hipermercado y a jugar a Planeta Juego, con mi tía Marisa.
Un mes bastante tranquilo, sin nanas que destacar, salvo que -por pasarme de listo- me caí de la practicuna en el trabajo. No sé qué quise hacer. De alguna manera pienso que me creí preparado para salir de allí por mi cuenta. Craso error. Pasé un pierna, giré la cadera... y el abismo. Más que dolor sentí vergüenza cuando mi Papá me encontró tirado sobre la alfombra llorando como un marrano, pero con cara de no entender nada.
Claro que, sin lugar duda, lo más destacable del mes es que aprendí a gatear. Al principio, sólo reptaba, como un gusano gordo y con pañales. Pero en los últimos días mi gateo se ha perfeccionado, dominando el tránsito en 4 patas como el mejor.