Uno de los regalos que me hizo la tía Carla fue este invento del Infierno llamado -eufemísticamente- gym.
Ya querría verlos a ustedes, gordos y viejos, tratando de agarrar algunos de esos chiches tan lindos que cuelgan y no poder hacerlo porque el cuerpo les dice No.
Debo admitir que después le tomé el gustito.
Ya querría verlos a ustedes, gordos y viejos, tratando de agarrar algunos de esos chiches tan lindos que cuelgan y no poder hacerlo porque el cuerpo les dice No.
Debo admitir que después le tomé el gustito.
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