domingo, julio 24, 2005

Supercar


Aquí estoy con mi Supercar, que tiene todo lo que alguien como yo puede desear... y más.
Dicen que apenas nací, ese mismo viernes en el sanatorio, en la habitación de Mamá, el tío Darío -un verdadero personaje que trabaja con mi abuelo Pichi- le preguntó qué necesitábamos. En realidad, yo necesitaba salir de terapia intensiva o, como mínimo, necesitaba un par de buenos pulmones para respirar bien. Pero él no se refería a eso, sino a cosas para mí o mi cuidado.
Sin anestesia, Mami le dijo que nos faltaba un cochecito. Y el tío Darío dijo Dalo por hecho y compró el mejor-mejor. A las pocas semanas ya estaba mi Supercar en casa, gracias a que la tía Mariela y el tío Cris nos hicieron el favor de ir a buscarlo.

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