sábado, abril 22, 2006

El ritmo en la sangre


Aquí se me ve muy dedicado a hacer sonar la pandereta y no debo incurrir en falsas modestias: la manejo bastante bien; sobre todo considerando que mis Papis no han sido muy bendecidos con el sentido del ritmo.
Mamá se la rebusca más que bien tocando el saxofón, pero lo suyo no es bailar; pese a que la tía Marisa -su hermana- practicó danzas durante años y que la abuela Katty -su mami- da cátedra con el tango. Y de mi Papá, mejor no hablar: hasta él admite que si Dios hubiera deseado que se dedique al baile lo tendría que haber creado con articulaciones flexibles. Decididamente -cuando no fuma demasiado- lo mejor que hace es cantar.
Además de la pandereta, también me las arreglo bastante bien con el xilófono y con un teclado que nos prestó la tía Mariela.
Obviamente, lo del título es una ironía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Debo agregar que has salido percusionista, en las noche mientras te preparo la comida haces un show con dos cucharas, un par de tuppers y una cacerola que es impresionanate.

Manucho dijo...

Sí, aunque lo más me gusta es el ruido.
Después me di cuenta que la música también sirve.
Un besote, Mami.