sábado, agosto 26, 2006

Hola, bañera


Así como decirle adiós al catre o bañador me llenó de incertidumbre, la novedad de hoy resultó una grata sorpresa. Es que, además de llevarme a aprender a nadar, hoy comenzaron a higienizarme en la bañera que usan los grandes.
Realmente ha sido una experiencia sumamente agradable: desde el caudal y temperatura del agua -lo que me hace sentir como en una piscina- hasta la cantidad de chiches elegidos sabiamente para que yo juegue a mis anchas. Y esto último, lo de a mis anchas, no es un detalle menor: ahora bañarme es un momento de gran libertad, divertido y, por sobre todas las cosas, de rélax.
El ritual sufrió algunas modificaciones, claro:
  1. Mamá prepara la bañera y deja que se forme mucho vapor en el baño.
  2. Juego por última vez en el día con mis chiches o con Papá.
  3. Mamá enciende el aire acondicionado para adecuar el clima en mi habitación y nos dice que está todo listo. Vaaamosss, dice.
  4. Mi Papi me lleva al baño y me coloca sobre mi viejo catre -pero sin la bacha- para desvestirme.
  5. Luego me cepilla los pocos dientecitos que tengo.
  6. Mamá me mete al agua, me enjabona y enjuaga.
  7. Juego con mis chiches acuáticos: el molino de agua, el miniaro de básquet que se pega a los azulejos, un par de vasos de plástico, los pingüinos onda mamushka, los muñequitos que vienen con las Patitas de pollo y el barquito que me regaló el abuelo Pichi.
  8. Papá prepara la mamadera y luego entra para avisarme que sólo me quedan 5 minutos. 5, dice y me hace el gesto con la mano abierta. 5, repito yo y no sé muy bien qué significa.
  9. Pasado ese tiempo, Papi dice Bueeeno, en el pasillo, y así yo sé que terminaron los 5 minutos. Vuelvo al catre, donde Mami me pone el piyamita, me corta las uñas y los dos me cantan las viejas canciones de siempre, y otras nuevas, como la que dice Saco una manito, la hago bailar o Tengo una casita así y así...

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