martes, enero 10, 2006

La odisea de quedarme sentado


A Uds. todo les parece fácil, pero cuando el cuerpo te dice No es casi imposible luchar.
Ya hace un tiempito que vamos a la kinesióloga experta en bebés prematuros a aprender ejercicios de estimulación. Mis Papis no estaban muy convencidos que digamos pero, como nuestro pediatra lo recomendó, hacia allí fuimos.
Los ejercicios (aunque más juego que otra cosa) hasta ahora han apuntado a dos cuestiones:
  1. La correcta y simétrica utilización de mis dos hemisferios corporales, lo cual redundó en la capacidad de darme vuelta en la cama.
  2. El adecuado empleo de los músculos abdominales como primer paso hacia la posición de sentado. Esto último implica una serie de movimientos medio raros que al principio me producen risa y enseguida fastidio.
Como Papá está comenzando a hartarse de la kinesiología y su bendita estimulación temprana -y porque hasta ahora nadie le demostró que mis avances hayan sido por otra razón que no sea mi propia maduración-, en cierta ocasión decidió ponerme sentado entre sus piernas un buen rato cada día; sobre todo cuando espero para comer o bañarme. Así juego un ratito con mis chiches mientras él ve la tele muy tranquilo.
La verdad es que todavía estoy lejos de sentarme por mi cuenta, pero con esta técnica hogareña he pasado -por lo menos- a quedarme quietito en mi lugar, algo que hasta no hace muchas semanas me resultaba imposible: mi cabeza y mi columna se movían como muñecos de trapo y terminaba cayendo.
Cada día que pasa me sostengo un poco más. Mi Papi no se adjudica el logro: como en la cuestión de darme vuelta, él cree que ahora me mantengo más erguido porque simplemente mi cuerpo ya me lo permite.

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