Pis, disculpame

03/11/07

Sí, ¿viste?, ahora pido pis. No te digo que como los grandes, pero ahí ando. De pronto, me sacaron los pañales durante el día y me dijeron que, cuando tuviera ganas, avisara. Tanto insistieron, tanto insistieron -todos, Mamá, Papá y Orne-, que empecé a pedir, lo que me llenó de orgullo. Ahora soy más grande.
Y ahí estoy, en mi primera vez con la pelela, que fue diseñada por alguien que no sabe de hacer pis de parado, porque -pobre de mí- mi pito queda lejos del centro geográfico de caída, lo que me deja con dos alternativas: hacer una parábola con mi orina, calculando el ángulo de precipitación con la precisión de un artillero consumado; o, lo más habitual, piyar todo el piso.
El que está como loco de los celos -bah, como siempre- y haciendo honor a su nombre es Psycho, que en cuanto hago pis se mete al baño a recuperar lo que él cree su territorio, procurando hacer sus necesidades menores en la alfombrita.