30/07/07
Una bonita foto en mi cuarto de la empresa. Una fidedigna postal de esa etapa que pasamos todos y durante la que nos complace destruir cuanto objeto -útil o inútil, propio o ajeno, peligroso o inofensivo- se cruce ante nuestros ojos.
Como mi Papá frente a un cigarrillo, como mi Mamá ante un choripán... simplemente no puedo evitarlo. Es como una fuerza que me sube desde los pies hasta las manos, para convertir mis dedos en garras; instrumentos de la destrucción.
En cuanto a lo que se muestra en la foto, la mayor parte del placer consistió en dar vuelta los sillones y pintarrajearlos con marcador, por supuesto. Pero la postura y la mirada, entre rebelde y desafiante, fue la guinda del postre.
Tranquilamente puede considerarse una instalación, una performance o arte efímero. Dicen que Picasso tardó una vida para llegar a pintar así.
Una bonita foto en mi cuarto de la empresa. Una fidedigna postal de esa etapa que pasamos todos y durante la que nos complace destruir cuanto objeto -útil o inútil, propio o ajeno, peligroso o inofensivo- se cruce ante nuestros ojos.
Como mi Papá frente a un cigarrillo, como mi Mamá ante un choripán... simplemente no puedo evitarlo. Es como una fuerza que me sube desde los pies hasta las manos, para convertir mis dedos en garras; instrumentos de la destrucción.
En cuanto a lo que se muestra en la foto, la mayor parte del placer consistió en dar vuelta los sillones y pintarrajearlos con marcador, por supuesto. Pero la postura y la mirada, entre rebelde y desafiante, fue la guinda del postre.
Tranquilamente puede considerarse una instalación, una performance o arte efímero. Dicen que Picasso tardó una vida para llegar a pintar así.
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