jueves, octubre 09, 2008

¡Nació mi hermano Tomás!


Uy, sí, ¡qué alegría! ¡Detengan el mundo, nació Tomás! En fin...

¿Dónde estábamos? Ah, sí, con Papá junto al puente de Cerviño, mientras intenta convencerme para ir a visitar a Mamá. Luego de un rato, finalmente cedo y caminamos rumbo al Sanatorio de la Trinidad. Entramos. Llamamos al ascensor. Ascendemos. Salimos. Pasillo. Habitación 451. Silencio.
No quiero entrar, no quiero nada, me quiero ir.
Pero entramos igual.
Veo a mi Mami sentada en un sofá y todas mis resistencias caen al piso. Me derrito lenta, pero persistentemente. Miro su vientre y ya no está esa panzota odiosa que la acompañó durante 9 meses. Sobre una mesita, una foto de mí que me sonríe. Mi claudicación ya deja charcos. La imagen de arriba grafica este preciso instante, como sólo el escaso sentido de oportunidad de Papi puede hacerlo. Entonces se me escapa una sonrisa a medias.
Mamá me abraza, me besa y yo la dejo hacer con placer. Por un segundo, todo está como antes y nada cambió. Pero no debo olvidar que eso no es cierto, que anoche En la habitación no estaban Papá y Mamá...
Ah, acá les muestro una foto de mi hermano con mi Mami, para que después no digan que estoy celoso.

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